Carlos Fonseca Terán
Rebelión
El Che, por la ruta de Lenin.
Cuando se piensa en el Che, cuando se mencionan sus acciones y su
actitud ante la vida, cuando se hace referencia a sus frases – las verdaderas,
porque de frases falsas del Che ha estado plagado siempre el imaginario de la
izquierda y ahora, también el ciberespacio –, casi siempre se alude al Che
heroico y ejemplar; al héroe y al arquetipo humano que sin duda alguna fue.
Casi nunca se recuerda pues, al Che pensador, en cuya actitud misma y acciones
se reflejaban las ideas surgidas de una mente verdaderamente prodigiosa que a
pesar del corto tiempo con el cual pudo contar para ello, dejó un legado
teórico que es suficiente para comprender la ruta que marcó, y que debe
conducir con el desarrollo de ese pensamiento, a la actualización de la teoría
revolucionaria, que aún no supera el limbo en que fue dejada por el derrumbe
socialista de finales de los ochenta, entre el dogmatismo soviético y esa
confusa amalgama de ideas inconexas en las cuales consiste actualmente el
marxismo, salvándose de ese desastre únicamente los clásicos y unos cuantos
teóricos emblemáticos (Lenin, Luxemburgo, Gramsci, Mao y alguno que otro más),
entre los que el Che ocupa indudablemente un sitio sobresaliente, aunque esto,
por desgracia para la lucha de las ideas, aún no haya sido asumido por la
intelligentsia de la izquierda mundial. Es más, incluso en este terreno, el de
las ideas, los planteamientos más conocidos del Che son aquellos en los que
aborda el tema de la estrategia, la táctica, la forma y los métodos de la lucha
revolucionaria para la toma del poder, y no los más importantes, que son los
vinculados con la construcción del socialismo.