jueves, 7 de marzo de 2019

El largo camino del ingreso de mujeres a la universidad del Cusco

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Por: Roberto Ojeda Escalante
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A inicios del siglo XX, las mujeres podían desempeñarse como maestras, comerciantes, periodistas, pero no en las profesiones consideradas “notables”, ya fueran la milicia, el sacerdocio o las que requerían formación universitaria. Eso fue cambiando a lo largo de los últimos cien años y gracias a la lucha de algunas mujeres que se rebelaron ante esa discriminación. El acceso de las mujeres a los estudios universitarios se dio en un proceso largo y con bastantes vaivenes. Una peculiaridad de la Universidad del Cusco es la temprana presencia de mujeres universitarias y profesionales, personajes que merecen ser recordadas por la historia.


El “capricho” de Trinidad
Trinidad María Enríquez Ladrón de Guevara nació en Cusco en 1846, hija de un comerciante y una dama notable de la entonces pequeña ciudad andina. Estudió en el colegio Educandas y a los 19 años dictó el curso de Geometría en el mismo plantel. El título de Profesora de Primeras Letras se obtenía con una especialización en el mismo plantel secundario (Gutiérrez 2005). En 1870 impulsó la fundación de la Sociedad de Artesanos y en 1872 fundó un Colegio Superior para señoritas en su casa de Mesón de la Estrella N° 44. En dicho plantel estudiaron futuras personalidades como Rosa Jáuregui, Felícitas Zavala, Sofía Latorre, la poetisa Inés Vizcarra y otras. Latorre y Jáuregui disertaban en exámenes públicos en auditorios llenos (RU N° 58).
A Trinidad María le entró la locura de ser abogada, se dice que la animó su maestro Teodosio Rozas. Ella había logrado ser maestra, pero deseaba acceder a la profesión del Derecho, ocupación vedada a las mujeres. Para lograrlo tenía que pasar por los estudios universitarios, y hasta ese momento, ninguna mujer había ingresado a la universidad en el país y el continente. El 3 de octubre de 1874 logró un Decreto Supremo que la autorizó a presentarse a cualquier universidad del país, durante 10 días presentó exámenes en los que demostró su talento, la población asistía a dichos exámenes como espectáculo, quedando maravillados por la inteligencia de la joven, también se cuenta que ella estrenaba un vestido para cada examen.
Así fue cómo una mujer estudió derecho en la Universidad de San Antonio. Finalizando los estudios y con la salud resquebrajada, solicitó autorización para graduarse. En 1879, en plena guerra con Chile, el presidente Piérola autorizó la graduación de Enríquez, pero ella exigió que permitieran estudiar a todas las mujeres, por eso no llegó a titularse. Su colegio fue clausurado por la presión de la iglesia y se dedicó al periodismo editando La Voz del Cusco (1884) hasta su fallecimiento en 1891. Ninguna de sus alumnas logró estudiar en la universidad.

Las primeras estudiantes
Tuvo que pasar hasta 1908, cuando el gobierno de Leguía dio una Ley que permitía el ingreso de mujeres a las universidades nacionales. En la Universidad de San Antonio, el año 1909 ingresaron tres alumnas a la facultad de Letras y una a la facultad de Ciencias, todas egresadas del colegio Educandas, provenientes de familias notables de la ciudad. La novedad era tal que cuando se produjo la huelga estudiantil en mayo de ese año, la gente en la Plaza pensaba que se trataba de peleas entre los estudiantes por disputarse el amor de alguna de las universitarias (Valcárcel 1981: 137). La huelga provocó el receso de la universidad y tuvieron que esperar la reapertura de la universidad un año después para continuar sus estudios.
El año 1912 se graduaron las tres primeras estudiantes de Letras. Angélica Minauro se bachilleró con la tesis “Ideales de la Psicología moderna”. Leonor Guevara obtuvo el doctorado el 16 de noviembre de 1912. María Luisa Garmendia se bachilleró con una tesis sobre Educación Femenina. La temática feminista o de reivindicación de la mujer aparece así a cuentagotas. En 1913 se doctoró en jurisprudencia el abogado Federico Monteagudo, con una tesis titulada “La mujer casada debe disponer de sus bienes sin autorización de su marido”.
Pero si ser tres mujeres entre cerca de cincuenta compañeros varones era complicado, más lo sería ser una sola en otra facultad. En 1910 Carmen S. Pardo ingresó a la facultad de Ciencias Naturales, el año anterior había ingresado María Guadalupe Aguilar pero parece que esta reinició estudios recién en 1912 o 13, junto a Mercedes Quintanilla. Esta última se bachilleró en 1915 con un estudio sobre el cabello, mientras que Guadalupe lo hizo recién en 1916 con la tesis “La zootecnia aplicada a la industria”. Ambas se doctoraron el mismo año.
¿Qué fue de la vida post universitaria de estas pioneras? María Luisa Garmendia fue profesora en el colegio Las Mercedes (desde su fundación en 1910), años más tarde se casó con Cosme Pacheco, quien fuera su profesor en las aulas universitarias. Se incorporó a la organización femenina Sociedad Pro Cultura creada en 1927, que por su iniciativa llevó el nombre de Clorinda Matto de Turner (1939). Leonor Guevara se casó con Félix Cosio, líder de los intelectuales agrupados en torno a la revista La Sierra. Carmen S. Pardo fue profesora en el colegio Las Mercedes, llegando a dirigirlo en 1925. Guadalupe Aguilar fue directora del colegio Educandas.
Entre las estudiantes que ingresaron en los años siguientes, hay dos personajes que merecen ser mencionadas. Regina Sivirichi ingresó a la facultad de Filosofía y Letras en 1914, con 14 años de edad, y se bachilleró el 25 de diciembre de 1916 con la tesis “El pasado, el presente y el porvenir de la mujer”. Era hija del famoso profesor Francisco Sivirichi, que llegó a ser Prefecto en 1920, entonces Regina presidió un Comité de Damas que interviene en ceremonias públicas (RU N° 33-34).
María Carmen García ingresó a la facultad de Ciencias Naturales también en 1914, con algo de 28 años de edad. Obtuvo su bachillerato en 1916, y figura como la primera mujer que escribe en la Revista Universitaria, con el artículo “La riqueza forestal del departamento del Cuzco”, en diciembre de 1918 (RU N° 26).

El feminismo ingresa a la San Antonio
Durante veinte años, el promedio de mujeres que ingresa a la universidad fluctúa de 6 a 10 por año, en un total de 35 a 40 ingresantes. Varias de estas jóvenes se aventuraban a los estudios universitarios con el deseo de transformar la situación de la mujer en la sociedad.
En 1917 ingresa a Filosofía y Letras, Edelmira Guevara, con 16 años y egresada del colegio Educandas. Obtiene su bachillerato en 1922, ese mismo año ingresa a la facultad de Jurisprudencia, siendo la primera mujer que estudia para abogada en el Cusco, aunque parece que no llegó a titularse.
En 1918 ingresa a Ciencias Naturales Elsa Esther Castro, con 17 años y proveniente de Educandas. Al año siguiente dirige la Aurora (Aragón 1983: 54[1]) convirtiéndose en la primera editora mujer en la San Antonio, recordemos que para esos años ya varios antonianos varones venían editando diversas publicaciones. Elsa Esther se bachilleró en 1920 y participó también de la revista gonzalespradista Más Allá (1922-23) que tenía una dirección rotativa, compartiendo la dirección con Luis Yábar Palacios y Alfredo Gonzales Willis. Laboró luego en El Comercio y editó Última Hora (1935) con Góver Zárate y Luis Ángel Aragón.
En 1920 ingresó a Letras, Marta Alicia Yépez, que en 1923 fundó el Comité Feminista de la Asociación Universitaria, junto a Edelmira Guevara, Angélica Álvarez, Teresa Villa, María Rebeca Villa y otras dos. Álvarez y las Villa eran parte de la primera promoción del colegio Las Mercedes en ingresar a la Universidad. Incorporaron también algunas señoras extra universitarias, para fortalecer el comité.
Una muestra del panorama académico nos lo puede dar la Revista Universitaria, que desde 1912 salía semestralmente. Aparte del mencionado artículo de Carmen García (1918); aparecen “Ayllu Ankcoccahua” (1925) de Angélica Álvarez V., una etnografía indígena bajo la dirección del catedrático Luis E. Valcárcel; y “Acción de los glaciares en el valle del Cuzco” (1929) de Alejandrina Ponce de León. No vuelve a figurar una autora mujer durante los siguientes 30 años.  La visita de la arqueóloga Rebeca Carrión Cachot y sus famosas conferencias aparecen como hechos singulares.
Un nuevo grupo de mujeres universitarias irrumpe a mediados de esa década. Rosa Augusta Rivero Ricalde ingresó a Jurisprudencia, editó la revista Albores en 1926, con Marta Alicia Yépez y Angélica Álvarez. En la presentación de la revista proclama: “Albores será pensar sentir y anhelar, del elemento femenino universitario que da el primer paso, se ofrece en holocausto a las redenciones femeninas regionales que sea digno ¡¡¡holocausto en pro de la mujer!!!”. Pero la revista muere en el segundo número.
Rosa ingresó al grupo Ande, junto a Concepción G. Rivero (profesora formada en la Normal, pues el profesorado aún no se estudiaba en la universidad), Estela Bocángel (en 1925 ganó un concurso en el colegio Educandas y empezó a publicar en la revista Kosko)  y Corina Latorre. Capitaneados por Román Saavedra, son el primer grupo que incluye varias mujeres en sus filas, ellas participan en la revista Kuntur y la huelga estudiantil de 1927.

La Rosa roja del Cusco
Rosa Rivero fue conservadora del Museo Arqueológico de la Universidad en 1929, al año siguiente tuvo una hija que crió como madre soltera, se integró al Partido Comunista, y apoyando a las trabajadoras textiles participó en la fundación de la Federación Obrera Departamental del Cusco. En 1932 fue apresada por el gobierno junto a otros dirigentes, estando en prisión participó en la primera huelga de hambre protagonizada por mujeres.
Fue profesora del colegio Las Mercedes y en 1938 fundó el Patronato Privado de Menores, un albergue para niños abandonados. Esa vida agitada demoró la culminación de sus estudios, llegando a titularse en 1940. Fue la primera mujer abogada del Cusco, cumpliendo el sueño frustrado de Trinidad Enríquez, a quien había emulado en varios aspectos de su vida.
En 1942 fue nombrada Secretaria de Cámara de la recientemente constituida Corte Superior de Apurímac. Sin embargo un vocal solicitó la revisión de este nombramiento a la Corte Suprema, logrando que fuera anulado. Rosa tuvo cargos de Relatora, Juez de Primera Instancia, Fiscal y Vocal, pero siempre como suplente. Dedicó su labor en beneficio de los trabajadores y las mujeres (Diario del Cusco 2007).

Las primeras catedráticas
Para 1929 la universidad contaba con 20 profesores, todos varones, y un promedio de 200 alumnos, de los que apenas cerca de 20 eran mujeres. La creación del departamento de pedagogía incrementó los ingresos femeninos. Entre las estudiantes graduadas esos años podemos mencionar a la hija de María Luisa Garmendia, Elsa Pacheco Garmendia, con la tesis “La educación de la mujer” (1941), iniciando la segunda generación de universitarias.
El mismo año se graduó Delia E. Vidal Unda, que al año siguiente llevaría las cátedras de economía doméstica y puericultura en la facultad de Pedagogía. Algún autor la considera la primera mujer catedrática del Cusco, pero ya en 1940 figura la señorita Carmen Jara, dictando el curso economía doméstica, la que habría sido reemplazada por Delia Vidal. Delia era hermana del famoso gestor cultural Humberto Vidal Unda, y se casó con Miguel H. Milla, a quienes acompañó en el Instituto Americano de Arte y otras entidades culturales.
Para 1945, la universidad contaba con 780 alumnos, de los que 122 eran mujeres. En 1949 se incorporan cuatro mujeres a la docencia. En la facultad de Educación la Doctora Carmen Beatriz Barrionuevo Gil de Pacheco, graduada en 1942, dictando las cátedras Mediciones mentales y educación; y práctica docente de filosofía y castellano. También la profesora Elvira Murguía, graduada con la tesis “Algunas escritoras dentro de la literatura nacional” (1939), cátedras de Metodología de la Historia y práctica docente-geografía e historias.
En la facultad de ciencias, la profesora Julia Carrillo, cátedra de zootecnia y agricultura. Años después se convertirá en la primera catedrática en publicar un libro: “Educación agropecuaria y sus posibilidades para la mujer” (1952). En la Facultad de Ciencias Económicas y Comerciales se incorporó la doctora Rosa A. Rivero, cátedra de finanzas. A los datos anteriores de esta abogada, hay que añadirle que publicó artículos en la revista del Instituto Americano de Arte y en la Revista Universitaria de 1958.
Casi cincuenta años habían pasado desde que cuatro mujeres ingresaron al claustro universitario, el porcentaje femenino del estudiantado se había incrementado, y existían catedráticas mujeres. Pero el activismo femenino de los años 20’ no sería igualado sino muchos años después.

Referencias bibliográficas
(1983) Aragón, Luis Ángel. Historia del periodismo cuzqueño 1822-1983. Cusco: Idea Editores.
(1995) Avendaño, Ángel. Diccionario Enciclopédico del Qosqo. Cusco: Municipalidad del Cusco.
(2005) Gutiérrez Samanez, Tania Consuelo. Trinidad Enríquez. Primera universitaria y precursora social. Cusco.
(1957) Kallata, Eustaquio. Tríptico evocativo. En Revista del Instituto Americano de Arte N° 12. Cusco: IAA.
(2007) S/A.  Centenario del nacimiento de Rosa A. Rivero Ricalde (1907-2007). Diario El Cusco, 10 de abril de 2007.
(1981) Valcárcel, Luis E. Memorias. Lima: IEP.
Revistas
Kosko, revista libre. Cusco. Fundador y propietario Roberto Latorre. N° 49 (15 de julio de 1925) y N° 50 (30 de julio de 1925).
Pro Cultura. Revista Femenina. Cusco. Directora Martha Alicia Yépez de Fernán Zegarra. N° 5 (24 de mayo de 1952).
Revista del Instituto Americano de Arte. Cusco. N° 12 (1967), N° 18 (2011).
Revista Universitaria (RU). Universidad de San Antonio Abad del Cusco. Del N° 1 (julio 1912) al N° 97 (segundo semestre 1949).

[1] Aragón da a la publicación el año 1909, pero parece ser un error de tipeo.

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