Maestro
Agradece al mar,
no las islas con sus peces de fuego
o la piedad dentada entre arrecifes,
no el horizonte de cielos como resaca de odiseas
ni la ilusión antigua del regreso.
Agradécele no más que lo más grave:
su sal toda en el costado abierto.
no las islas con sus peces de fuego
o la piedad dentada entre arrecifes,
no el horizonte de cielos como resaca de odiseas
ni la ilusión antigua del regreso.
Agradécele no más que lo más grave:
su sal toda en el costado abierto.
(Tomado de La pupila insomne)
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