Néstor Núñez
El reciente anuncio del
presidente en funciones de Venezuela, Nicolás Maduro, de la instrumentación de
ECOALBA, el acuerdo económico regional que suma a las naciones integrantes de la
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, abre una nueva
instancia integradora de avanzada en América y el Caribe.
Se trata del cumplimiento de uno de los acuerdos de
los líderes de las naciones del ALBA reunidos en Caracas el pasado cinco de
febrero, en el camino por establecer un intercambio económico creciente y justo
que se sume a los restantes esfuerzos integradores del Sur del hemisferio,
ligados todos al esfuerzo por romper las ataduras de nuestra área con los
centros imperiales de poder.
Así, ECOALBA se establece sobre el reconocimiento
clave de las asimetrías entre sus miembros, un principio que conlleva
consideraciones de tipo especial ajenas a los leoninos términos de otros
acuerdos como los tristemente célebres tratados de Libre Comercio promovidos por
Washington en nuestro contexto geográfico, los cuales no hacen diferencia alguna
entre firmantes poderosos y aquellos menos favorecidos.
Por principio, el espacio económico de ECOALBA, que
engloba a una población de más de 80 millones de personas, pretende una
distribución más equitativa de beneficios a partir de las características de
cada integrante y de su grado de desarrollo económico y científico
técnico.
Asimismo, asume la desgravación arancelaria que
proteja a los menos avanzados y le permita acumular recursos para saltos
futuros, a la vez que en el plano financiero privilegia nuevas estructuras como
el Banco del ALBA y la moneda única virtual conocida como SUCRE, con la cual ya
se han realizado numerosas y exitosas transacciones dentro del grupo.
ECOALBA promueve además una política seria y
equilibrada de importaciones y exportaciones, ajena a los cánones consumistas,
impulsa el control del Estado sobre las riquezas fundamentales como garantía de
su uso en función de todos, y defiende la protección del medio ambiente y de la
madre tierra, según se indica en sus principios fundacionales.
El nuevo espacio económico es, al decir de Nicolás
Maduro, la continuidad de la obra integradora con amplia base social proyectada
e impulsada por el desaparecido Hugo Chávez, líder de la Revolución Bolivariana,
y en cuyo nombre su equipo de gobierno refrendó los documentos
constitutivos.
Representa además la extensión y consolidación de la
influencia positiva, justa, equilibrada y solidaria de una entidad nacida en La
Habana en 2004 de manos de Chávez y de Fidel Castro, imbuidos de la tarea de
hacer cumplir los sueños de plena convergencia y unidad regionales que
proclamaron los más avanzados próceres de la independencia latinoamericana y
caribeña.
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