jueves, 10 de septiembre de 2015

El “sueño americano” de Europa

Por: Patricio Montesinos
EEUU-UE
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Es lamentable que aun en el siglo XXI  la “culta” Europa sigua en su letargo de que Estados Unidos la considera una verdadera “aliada”, mientras los hechos demuestran que solo la utiliza y manipula en beneficio de sus intereses hegemónicos, alterados hoy en su contra por los cambios geopolíticos internacionales.
Solo hay que hacer un repaso de los acontecimientos históricos y más recientes para constatar que las sucesivas administraciones de la Casa Blanca y los poderes económicos y fácticos continúan aplicando la vieja doctrina de “América para la americanos”, y quepoco les importan los europeos, y mucho menos el resto de la humanidad, incluyendo los ciudadanos de origen africano, latino y de otras nacionalidades que residen en su territorio.
Esa doctrina egoísta y racista explica las actuaciones de Washington desde la primera y segunda guerras mundiales hasta la actualidad, y demuestra que en realidad no es amigo de nadie, ni hace nada que no favorezca sus ambiciones económicas.
En necesario recordar a  los desmemoriados que Estados Unidos se implicó en la primera contienda bélica internacional (1914-1919) un año antes de finalizada, dada las presiones de banqueros y vendedores de armas, y que lo hizo de manera oportunista y utilizando sus famosas fullerías de siempre.
“Norteamérica” utilizó como justificación el hundimiento en 1915, por submarinos alemanes en las costas de Irlanda, del vapor trasatlántico de pasajeros Lusitania, que en sus bodegas llevaba armamento y municiones para sus “aliados” europeos, a escondidas de 785 pasajeros (entre ellos 291 mujeres y 94 niños), que murieron junto a 413 tripulantes.
En la II guerra mundial (1939-1945)  aplicó similar artimaña dos años después de iniciada la conflagración, cuando provocó a Tokio de todas las maneras posibles, congeló los bienes de los ciudadanos de origen japonés en Estados Unidos y cortó los envíos de petróleo y otros productos esenciales al país asiático, forzándolo a entrar en negociaciones, que de ante mano se sabían fracasadas.
Japón cayó en el engaño tendido por sus adversarios al lanzar el famoso ataque a la marina norteamericana en Pearl Harbor en 1941, que Washington conoció con antelación que ocurriría, y que utilizó como pretexto para involucrarse en la conflagración y sacar sus provechos.
De otro lado, Washington forzó con condicionamientos a Gran Bretaña a firmar entre ambos el Tratado o Carta del Atlántico, lo que tuvo que hacer Londres a cambio de obtener ayuda material y bélica norteamericana, ante su gran temor de ser invadida por la Alemania hitleriana, que al final fue derrotada por la extinta Unión Soviética.
EEUU-UE
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Estados Unidos jugó con todos, y esencialmente con los europeos, para rendirlos ante sus pies y convertirse definitivamente de colonia británica en su metrópolis, y de facto en el nuevo Imperio.
Esos antecedentes son más que suficientes para que el Viejo Continente haya terminado con su somnolencia de que la Casa Blanca es  su “amiga”, sin embargo sigue en las mismas a pesar de más sucesos y posturas que prueban lo contrario.
Desde el nacimiento de la Unión Europea (UE), con sus primeros 15 miembros, Washington vio en ese bloque regional otra amenaza a su hegemonía unipolar, tras el desmembramiento de la Unión Soviética y la caída del denominado Campo Socialista de Europa del Este.
Torpedeó a la UE desde varios flancos, y trabajó  para que el Grupo de los 15 incluyera entre sus integrantes a las naciones exsocialistas que se convirtieron en satélites de Estados Unidos, y sus gobiernos sirvieron, y lo hacen todavía, a sus intereses.
De esa manera el Pentágono debilitó el bloque europeo conformado ahora por 28 países, y actualmente todos con severos problemas económicos y sociales, y más frágiles que nunca.
La “Balcanización”  del Viejo Continente fue otro plan “Made in USA” dirigido a exacerbar el separatismo en esa región, provocar graves conflictos castrenses interétnicos, y claro está las “justificadas” intervenciones militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), como en la otrora Yugoslavia.
Washington inmiscuyó y embarcó a la UE en sus invasiones a Irak, Afganistán, en las cárceles secretas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en territorio europeo, en las guerras contra Libia y Siria, y en otros conflictos como los de la llamada Primavera Árabe, y el más reciente en Ucrania para intentar cercar a Rusia.
Obligó a la UE a sancionar a Moscú, lo que ha devenido en pérdidas económicas multimillonarias para los primeros, como similar hizo también en el caso de Cuba en 1996 con la “Posición Común”, cuyo objetivo fue tratar de arrinconar más a Isla, pero también mantener alejado al empresariado europeo de la mayor de las Antillas.
Mientras Estados Unidos hace ver al Viejo Continente que es su “aliado”, espía a cada uno de sus gobernantes, y los usa en sus conspiraciones contra América Latina y el Caribe, y otras regiones del planeta, para no aparecer en la palestra pública como el protagonista de las subversiones.
Su mano peluda está delante y detrás de la “crisis” migratoria que la UE vive actualmente y no sabe cómo resolver, y que ha convertido el Mediterráneo en otro cementerio, una vergüenza para la humanidad, como afirmó el Papa Francisco.
Europa es acusada por el mundo entero, y con toda razón, de ser la responsable de la suerte de los refugiados que huyen de las guerras escenificadas en el Norte de África y el Oriente Medio, mientras Estados Unidos, que ideó esos conflictos e involucró a sus “amigos”, se lava sus manos manchadas de sangre, y ni siquiera se las tiende a sus “socios” para apoyarlos.
Washington no ha brindado ayuda alguna a la UE para que enfrente la  “ola” migratoria porque en realidad no le interesan ni unos ni  otros, según la doctrina “América para los americanos”, y claro, el universo también para ellos.
Su único objetivo es mantenerse como gendarme del mundo, al precio que sea necesario y a costa de quien sea, en tiempos en que su dominio es cada vez más decadente.
Le toca a Europa despertar de su prolongado “sueño americano”, de lo contrario vivirá una gran pesadilla bajo las botas de quien nunca la ha considerado en realidad su aliada.

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