La Mesa Redonda de este jueves centró sus análisis en el programa de donación de sangre que lleva a cabo nuestro país |
Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos de Roberto Garaicoa
La frase martiana de que basta para ser grande, intentar lo grande, podría ser esencia para entender los alcances de un proceso emancipador que ha sido posible por la dimensión de su gente, por las prolongaciones de sus gestos cotidianos: como ese tremendo de dar su sangre voluntariamente, con la que se salvan tres vidas humanas. Sí, aunque parezca un hecho increíble, en Cuba ha sido posible que ese valioso componente se obtenga por la voluntad altruista de miles de personas que anualmente donan su sangre, sin otro estímulo que su sentido profundamente humanista.
Esa verdad, tan rotunda como un templo, no podría discurrir sin más, justo en los días (del 6 al 14 e junio) en que en toda Cuba se celebra una jornada de homenaje al donante voluntario de sangre, que cerrará este viernes, cuando el día alcanza connotaciones mundiales. Por ello en la Mesa Redonda de este jueves los análisis se centraron en las dimensiones de este programa, que soporta toda la sangre necesaria que se precisa en el sistema de asistencia médica de la nación.
«El 60 por ciento se utiliza en la actividad quirúrgica, un 10 por ciento en las emergencias médicas, otro 10 por ciento en el tratamiento de las enfermedades hereditarias, otro 10 por ciento en las enfermedades malignas, un 5 por ciento en la preparación quirúrgica y el otro 5 por ciento restante en otras enfermedades», explicó el doctor Jorge Enríquez Pérez Ulloa, jefe del Programa nacional de sangre del Ministerio de Salud Pública (Minsap).
El experto añadió que también la sangre se emplea en la producción de medicamentos hemoderivados y que se tiene una reserva para reaccionar ante cualquier situación eventual que pueda darse.
Todo este proceso tiene una amplia estructura que piramidalmente se cimienta en la base y llega al nivel asistencial. El doctor Pérez Ulloa hizo énfasis en la importancia de ese primer espacio que es la comunidad, donde el médico de la familia —en nuestro país existen 11 550 consultorios—, acompañado de los miembros de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), realizan ese imprescindible proceso de captación del potencial donante. “Ellos también desarrollan el chequeo y seguimiento que se le hace al donante, y son una valiosa fortaleza para este proceso”.
Es un programa intersectorial, acotó, donde participan todas las organizaciones. “Pero el médico de la familia y los CDR son los principales eslabones. Igualmente contamos con 46 bancos de sangre en el país y 152 servicios de transfusiones”.
La cadena funciona así: se selecciona al donante, luego este va al banco, allí se separan los componentes de la sangre y se envían a los servicios de transfusiones, que velan por el uso eficiente de la sangre.
En todos estos lugares, precisó el Jefe del Programa nacional de sangre del Minsap, se tienen las condiciones necesarias que aseguran la calidad de la sangre en todos los niveles. “Se usan insumos desechables y no existe posibilidad de contaminación del donante. A la sangre además se le hacen pruebas de VIH, hepatitis y sífilis. Es un proceso que se va refinando. Y hemos comprobado que el descarte de las bolsas de sangre, por alguno de estos problemas, se comporta por debajo del uno por ciento, una tendencia similar a la de los países más desarrollados del orbe”.
En la última encuesta que hizo la Organización de las Naciones Unidas se pudo constatar que en nuestro país el ciento por ciento de las donaciones tienen un carácter voluntario, sin ser remuneradas.
El especialista resaltó que estos logros están sustentados en la voluntad política, tenemos todo un sistema de salud fortalecido y hay una preocupación constante por el programa de sangre, porque es la base de otros programas.
La capital tiene una responsabilidad especial en el trabajo de este sistema, ya que el número de pacientes y de habitantes también es superior. El doctor René Ortega, director del Banco Provincial de Sangre en La Habana, explicó que se necesitan 300 donaciones diarias y unas 8 300 donaciones cada mes. Para ello se cuenta con un Banco Provincial de Sangre, unos 20 a nivel municipal y con cinco asistenciales en los niveles secundarios y terciarios de salud, así como con 39 servicios de transfusión.
“Nuestros donantes participan voluntariamente, como aquí se ha dicho, y con el apoyo conjunto de las organizaciones políticas y de masas. Es un sistema de trabajo conducido por la máxima dirección del PCC y del Gobierno en el territorio”.
El doctor comentó que en el caso a los donantes de sangre RH negativo se les da un seguimiento constante, ya que solo un 10 por ciento de nuestra población pertenece a ese grupo sanguíneo.
El experto argumentó que cuando un paciente requiere de una transfusión se precisan de cuantiosas donaciones, y puso por ejemplo a los trasplantados, a los que hay que poner entre 10 y 60 transfusiones para este proceso quirúrgico.
Betty Oria, secretaria Ideológica de los Comités de Defensa de la Revolución, resaltó como principales virtudes de nuestros donantes su sencillez y humanismo. Por ello aludió a que “tenemos que hacer más sistemático el reconocimiento. Ahora, con motivo de nuestro Congreso, se estimuló a un grupo grande de donantes, pero tenemos que aprovechar más todos los espacios de la comunidad para enaltecer su gesto.
“El reconocimiento debe empezar por esos donantes activos y por esos jóvenes que por primera vez extienden su brazo. Y tenemos también que, en medio de la jornada, estimular a esos hombres y mujeres que hoy no donan, pero que en sus momentos de mayor vitalidad garantizaron la sangre fresca, y debemos sumar al resto de las instituciones y organizaciones al reconocimiento”, destacó.
La directiva de la mayor organización de masas del país aludió a que “no hay dinero que pague ese gesto altruista”, al tiempo que comentó que “se ha trabajado de manera muy fuerte en la relación de los dirigentes de base de la comunidad y el médico de la familia, y los planes de este programa están hechos por las necesidades de cada territorio. Pero como esta es una tarea de todos los días, tenemos que lograr más desde la comunidad el ordenamiento de los ciclos de donaciones, para garantizar que sistemáticamente llegue la sangre que se necesita a nuestros bancos de sangre”.
Orlando Rodríguez, coordinador municipal de los CDR en Cárdenas, Matanzas, puso como ejemplo el trabajo que ellos están realizando en la base, en un municipio que tiene como particularidad su extensión. “Tenemos casi 200 zonas de los CDR, y en el año 2012, aunque cumplimos el plan, tuvimos tres meses en los que se dejó de cumplir. Por lo que en el primer trimestre del 2013 nos dimos a la tarea de revertir esta situación. Y con acciones conjuntas logramos que en los 120 consultorios se hiciera el levantamiento de todo el potencial”.
“Asimismo, dijo, hemos desarrollado incentivos e iniciativas en las zonas para resaltar el gesto y se ha creado un destacamento de donantes voluntarios, que nos ha dado muchos resultados, entre otras acciones”.
Al cierre de la Mesa Redonda se reconoció además la altura salvadora de los que cada día extienden su mano para multiplicar su sangre en vidas.
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