sábado, 20 de septiembre de 2014

René, héroe y soldado del pueblo

No era la primera vez que lo veía cerca. Había tenido posibilidad de estrechar su mano pocos días después de su regreso a la patria, allá en la finca del ICRT, a donde fuimos convocados junto a decenas de luchadores cubanos por la libertad de los Cinco. Entonces, me causó una grata impresión por su extraordinaria modestia y sencillez. Ahora, al verlo entrar en el salón de actos de la Upec, antes de recibir el Premio a la Dignidad, me impresionó mucho más. Era como si hubiese visto una palma bien alta, quizás porque tenía en la mente un pensamiento de José Martí que siempre he asociado con la causa de los Cinco y que dice “las palmas son novias que esperan y hemos de poner la justicia tan alta como las palmas”.

Al vocablo justicia, en esta ocasión, habría que añadir dignidad, pues uno y otro, en el caso de los Cinco, cabalgan juntos.
Aún quedan en las prisiones norteamericanas, otros tres héroes, otras tres palmas –Gerardo, Ramón y Antonio—que esperan porque se imponga la justicia y puedan regresar a la tierra natal por la cual, y para proteger a su pueblo de las acciones criminales de terroristas, hicieron lo que hicieron en territorio de Estados Unidos y han afrontado con dignidad años de injusto encarcelamiento y la tremenda condena de estar alejados de sus padres, hijos, hermanos y otros familiares.
Cuando René González Sheweret, respondiendo a una pregunta de un periodista en el espacio Catalejo, dijo que en Cuba hay “héroes por todos lados” y que “nos sentimos representantes de todos los héroes”, o cuando dijo “soy un soldado de la revolución, lo he sido siempre”, para mí quedó plenamente confirmado que estaba en presencia de un hombre de carne y hueso, un hombre común e integro, alguien que es digno de la mayor admiración, respeto y cariño.
Y asimismo es Fernando González, a quien he tenido también, en los últimos días, el placer de verlo trabajar en su función de vicepresidente del Icap durante la Campaña Mundial por la libertad de los tres que faltan, al cumplirse 16 años del arresto de los Cinco en Miami.
Y cuando Gerardo, Ramón y Antonio vuelvan, seguramente, quizás en la misma Upec, tendremos la oportunidad de ver a otros héroes de carne y hueso, sencillos, modestos y luchando, donde sea necesario, por la causa de la revolución y el socialismo.
La entrega del Premio a la Dignidad a los Cinco dentro del espacio Catalejo quedó bien hermosa. ¿Por qué? Por su sencillez y porque la emotividad no estuvo ausente en ningún momento. Todo transcurrió en poco más de hora y media. La intervención inicial de René estuvo a la altura del héroe y del soldado del pueblo. Las preguntas de varios periodistas fueron concisas y bien interesantes. Las respuestas de René claras e inteligentes.
Un periodista, por ejemplo, tomando como material de estudio al cantautor Vicente Feliú, quien en el intermedio interpretó dos números que el propio René le había sugerido, le preguntó “¿Por qué pidió la canción Longina? ¿Acaso porque la cantó en sus años de prisión?” Y René dijo: “Porque es Cuba, su letra es hermosa”.
Otros colegas hicieron preguntas interesantes: Si se había pensado en cómo proyectar el reclamo de libertad de los Cinco en encuentros próximos como la Cumbre de las Américas, en Panamá, y la Cumbre de Celac, en Ecuador. René, con toda naturalidad, agradeció tales sugerencias. “No habíamos pensado en esto, por eso es tan importante encontrarnos con ustedes, los periodistas, que son también parte de esta lucha desde hace muchos años”.
Alguien con una larga historia en el periodismo cubano, Marta Rojas, llamó la atención sobre que ya habían transcurrido 16 años del arresto de los Cinco, y que, de entonces a acá, jóvenes que entonces podrían tener 8 o 10 años de edad, eran niños, desconocen la historia de lo que sucedió entonces y en el juicio. Creo que debemos rescatar esa historia, porque hoy la necesitan jóvenes que quizás ya sean universitarios.
Son solo unas pinceladas de lo ocurrido en la Upec en esta mañana del 20 de septiembre. Que dejó mucho trigo en todos los periodistas y una mayor admiración y cariño por nuestros cinco cubanos. Y dejó un nuevo impulso por seguir luchando para traer a casa a Gerardo, Ramón y Antonio.

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