sábado, 3 de octubre de 2015

Cuatro sucesos, un diario

Un día como hoy hace 50 años confluyen cuatro acontecimientos en la historia Patria: fue adoptado el nombre de la organización política de vanguardia: Partido Comunista de Cuba, la presentación de su Comité Central y el surgimiento de su órgano oficial, el periódico Granma, y la lectura de la carta de despedida de Ernesto Che Guevara por Fidel

En el teatro Chaplin, actual Karl Marx Fidel da lectura a la carta de despedida de Ernesto Che Guevara. Foto:Pablo Pildain Prats

Años convulsos, de transformaciones que corrían a la velocidad “supersónica” de una Revolución naciente, eran aquellos tiempos en que un 3 de octubre de 1965, con el teatro Chaplin, (actual Karl Marx) de testigo, Fidel sometió a la consideración de los presentes el nombre del entonces Partido Unido de la Revolución Socialista. El Comandante en Jefe pidió propuestas por uno nuevo que sintetizara “lo que somos hoy y lo que seremos mañana”, surgiendo así el Partido Co­munista de Cuba (PCC), con la ovación unánime de todos los presentes, entre los que se encontraban representantes de los núcleos del
Partido existentes en el país, las organizaciones y los dirigentes revolucionarios.
De igual forma, realizó la presentación de su Comité Central que ya desde un día antes, el 2 de octubre, había tenido su primera reunión. “…no hay episodio heroico en la historia de nuestra patria en los últimos años que no esté ahí representado; no hay sacrificio, no hay combate, no hay proeza —lo mismo militar que civil— heroica o creadora que no esté representada; no hay sector revolucionario, social, que no esté representado”, dijo Fidel refiriéndose al Comité Central.

Aquella estructura de dirección que nacía era fruto del proceso de unidad de las fuerzas que condujeron al triunfo de la Revolución: el Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular y el Directorio Estudiantil Universitario. De ese trascendental hecho brotaron las páginas de un diario, cuyo alumbramiento es resultado también de ese propósito unitario, que le arrancó a Fidel la hermosa frase de que “Granma es símbolo de nuestra concepción revolucionaria y de nuestro camino”.
Fue por ese sendero que aquella noche se encontraron en un solo colectivo las plantillas de los periódicos Revolución y Hoy, para continuar navegando en el mismo “yate”, que trajo a la Revolución desde las costas mexicanas, en 1956.   “Frente al doloroso hecho de la división de las filas revolucionarias en el  mundo, nuestra política será de más estrecha unión”, sentenció el Comandante.
En 1999, en una reunión entre periodistas, él volvió sobre aquel 1965.  “Granma es un instrumento político, un órgano oficial de un Partido… un órgano en que la cuestión política está por encima de cualquier tentación de subordinar un átomo de su papel, de hacer una concesión…”.
Cada momento de aquel 3 de octubre de 1965 fue histórico, sin embargo, tal vez el de mayor conmoción haya sido cuando —con la voz entrecortada— se le escuchó leer a Fidel la razón por la cual faltaba un revolucionario entre sus filas: “Siento que ya he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la
Revolución cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo, que es ya mío (…) Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos (…) luchar contra el imperialismo dondequiera que esté; esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura (…) si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti…”.

El primer ejemplar de Granma, que circuló el 4 de octubre. Foto: Jorge Oller

La lectura de la carta de despedida de Ernesto Che Gue­vara se convierte en el momento más difícil y esperado cuando indagamos en aquel día fundacional del periódico con uno de sus artífices, el Premio Nacional de Periodismo José Martí, Ga­briel Molina, un guevariano de corazón y práctica, en aquel momento jefe de información del rotativo Hoy, quien tuvo la oportunidad de vivenciarlo desde la primera fila, y al recordarlo aprieta muy fuerte sus manos entrelazadas, como quien quiere resguardar allá hondo los detalles de la historia:
“Había mucha tensión con la ausencia del compañero Che Guevara. Yo estaba totalmente preocupado porque la prensa internacional decía horrores y calumnias, hacía conjeturas. Yo me auto designé para cubrir aquel acto, porque sabía que iba a ser algo histórico. Cuando Fidel empieza a leer la carta de despedida, del asombro debo haber dado un brinco tan grande, que él me lo tuvo que mencionar después en el periódico”.
Otros recuerdos de ese día atesora la maestra Susana Lee, quien accede a contarnos desde la informalidad en una de las escaleras de nuestro diario, con el didactismo al que nos tiene acostumbrados; sin embargo, es una jornada de trabajo de las tantas, y primero debe dejar bien amarradas algunas de sus tareas. Luego, enciende un cigarrillo y habla pausado… por momentos frunce el ceño y dice, si por casualidad se le escapa a la memoria alguna precisión: “¡Es que son 50 años!”.
“Ese día era domingo. Estábamos un grupo de compañeros del periódico Hoy —al que entré en el año 1962— reunidos en la casa de un compañero como acostumbrábamos hacer casi semanalmente. De pronto nos llaman por teléfono y nos dicen “todos vengan para acá”. No lo supimos hasta que llegamos al periódico, ¡pero en un segundo nos pasaron por la mente tantas cosas! Algo había pasado, y fuimos para el periódico, ubicado en las calles Prado y Teniente Rey.
Cuando preguntamos nos dijeron que en el acto del Karl Marx se había anunciado la unión de Revolución y Hoy, y debía salir un periódico nuevo, Órgano del Comité Central del Partido. ¡Y va a surgir que sale mañana! Nos dicen que va a haber un acto en un rato, y ya estaban preparando el área de administración, poniendo las sillas…”.
Susana recuerda con precisión que mientras esperaban, fueron las manos del gran caricaturista Horacio Rodríguez las encargadas de diseñar el logotipo de Granma y que alrededor de él se reunieron los jóvenes a esperar el alumbramiento. “Él tenía varios bocetos de las propuestas, bajo un mismo principio del tipo de letra, que se pudiera diferenciar la n de la m. De todas se eligió una, que es la que se mantiene hasta hoy”.
Así nos lo confirma también Delfín Xiqués, jefe del Centro de Documentación, un hombre con cuatro décadas de entrega a este diario y encargado de, entre otras tareas, custodiar como merece aquel primer número, una reliquia patrimonial que recoge el curso de los acontecimientos siguientes ese día.
Una vez concluido el acto Fidel se dirigió a la sede de Hoy acompañado de Armando Hart, Carlos Rafael Rodríguez, los comandantes Juan Almeida, Ramiro Valdés, Guillermo Gar­cía y Faure Chomón, así como otros dirigentes del Partido.
Es en el salón de la administración donde tiene lugar el acto de despedida al compañero Blas Roca Calderío, quien fuera su director, y el propio Fidel destacó en unas sentidas palabras el respeto y admiración conferido a él, al tiempo que informó que iba a ocupar otras responsabilidades como presidente de la Comisión de Estudios Constitucionales, encargada del trabajo rumbo al establecimiento de un orden constitucional en el país, y el I
Congreso del Partido. Asimismo, anunció que el com­pañero Isidoro Malmierca asumiría la dirección de Granma.
Contagian Susana Lee y Gabriel Molina de la suerte de emoción que se vivió aquel día, en la confección de un periódico que contiene noticias del acontecer nacional e internacional, y varias de sus páginas dedicadas al hecho histórico. Ella recuerda que confeccionó algunas notas, y él admite a la altura de estos 50 años que, aunque redactó la noticia que aparece hoy en la primera plana: “Creía que era algo tan histórico, tan importante, que mi firma no debía estar allí”. De la misma forma ocurrió con Jorge Oller, jefe del departamento de fotografía de Hoy, y su alumno Pablo Pildaín Prats, encargados de captar las imágenes de los miembros del Comité Central del Partido y Fidel que aparecen en la primera página del periódico sin sus rúbricas.

Fidel en la primera reunión del periódico Granma, realizada en la sede del diario Hoy, donde despidió a Blas Roca, su director, y presentó a Isidoro Malmierca (a la derecha de Fidel) como director de Granma. Foto: Luis González

“Esa noche Fidel se la pasó hablando de la creación del Comité Central del Partido y las guerrillas en Venezuela. Yo me imaginé después que lo hacía para desinformar, porque el Che estaba en África, cosa que a nadie le pasaba por la cabeza”, cuenta Molina sobre lo vivido en medio de la agitación.

Desde la distancia también se vivieron aquellos momentos, y quizá sea ese ardid del destino el que hace tan variopintas las anécdotas que nos llegan. La periodista y escritora Marta Rojas, Premio Nacional de Periodismo José Martí, quien hizo —y hace— bandera de la profesión, antes que la literatura atrapara sus horas libres, se encontraba ese día como corresponsal de guerra en la selva de Vietnam del Sur, donde se hallaba la dirección del frente de liberación.

“Acababa de salir de un lugar donde  hubo un bombardeo. Cuando pasó todo aquello salimos de los refugios y un vietnamita traductor me dice todas las noticias. Me preguntó y tuve que explicarle lo que significa el nombre de Granma, y entonces me dijo con una sonrisa jaranera: ‘Los periódicos desaparecieron, ustedes están sin trabajo’. Pero enseguida me comentó que las noticias las había dado el Comandante Fidel Castro. ‘Entonces no hay problema ninguno, no estamos sin trabajo. Sigue oyendo la radio para que nos mantengas informados’, contesté.
“Yo era de Revolución y llevaba allí un tiempo con Raúl Valdés Vivó, que era el subdirector de Hoy. Conociendo todos los elementos de la fusión y que el Partido tuviera un solo órgano, fue emocionante que también allá en la selva de Vietnam del Sur hubiera una representación de ambos periódicos, que trabajábamos coordinadamente. A Valdés Vivó lo había despedido Blas Roca y a mí Enrique de la Osa, director de Revolución. Y a los dos nos recibió Isidoro Malmierca, el nuevo director”.
Sobre la tarea de llevar adelante el “nuevo periodismo”, comenta Susana Lee, la integración de los periódicos “no significó una absorción, sino que cada cual escribía de lo que sabía, de los sectores que llevaba al frente. Poco a poco los periodistas de Revolución se fueron incorporando a nuestras redacciones y pasamos a radicar en el edificio de esa publicación, donde estamos hoy. Se fue aprendiendo en el camino, haciendo un periodismo caracterizado fundamentalmente por la inmediatez noticiosa”.


GRANMA, LA FAMILIA, LA CASA

Pasaron los años y la embarcación noble y victoriosa vivía siempre las transformaciones, las penas y alegrías del país… Esa es quizá la razón por la que sus fundadores —algunos no han podido estar aquí por la premura de estas líneas— expresan a su manera, pero siempre sobrecogidos, algunos con las lágrimas al brotarles del corazón, los momentos más difíciles y lo que para ellos significan estos años en el “yate”.
“Las crisis que ha atravesado Cuba, las económicas sobre todo, las ha vivido Granma también. Una de las principales es la debacle del campo socialista, lo que provocó que el periódico redujera sus páginas. Fue muy duro, difícil, y todavía no hemos salido de él”, comenta Molina sobre la época más dura para el periódico, que trajo consigo no solo que el medio empezara a circular de martes a sábado con solo ocho páginas en formato tabloide, sino que los ejemplares se redujeran.
Sin embargo, no se dejó nunca de escribir, de navegar, de soñar…
“Muchos periodistas se fueron de Granma —no lo estoy censurando, al contrario— pero eso también nos afectó. Yo por ejemplo, me dije ‘este es mi momento’. Me senté y escribí mi primera novela. Claro, tenía tiempo, el trabajo que antes me llevaba cinco horas, ahora lo hacía en 15 minutos y de ahí me sentaba en una máquina y empezaba a escribir”, admite Marta Rojas, una mujer eminentemente martiana, y como tal concluye: “Este diario simboliza la continuación de un proyecto revolucionario inédito en la Cuba del siglo XX. Para mí es como Patria, fundado por Martí”.
En la línea de distribución del periódico encontramos una noche a Genovevo Travieso, quien comenzó siendo repartidor de periódicos en el Hoy, y representa a los trabajadores que hacen posible que el periódico llegue todavía “caliente” a las manos de los lectores. “Esto es como si fuera mi casa, fíjese que no me he jubilado, y aquí pienso seguir”.
De telefonista a auxiliar de redacción, hasta especialista en el Centro de Documentación, Ana Ferrer —nuestra Anita— entiende al diario como su casa y a su gente como la familia que necesita ver todos los días. “Aquí he aprendido, me he forjado, este olor es el aire que necesito para vivir”, dice después de mucho esquivar las preguntas y en medio de una palpable humildad.
“Granma significa ‘mi vida’. Las satisfacciones en el orden personal que tuve yo a lo largo de mi carrera, que ya va por 53 años, no sé de qué otra manera hubiera podido sentirla. Me siento feliz de haber tenido la posibilidad, de reportar, escribir, de que haya quedado en letra impresa, en blanco y negro, en tinta de imprenta, las hazañas de este pueblo y sobre todo haber estado al lado de Fidel”, dice Susana Lee y siembra una semilla en los jóvenes, aunque ella quizá no lo advierta: “Por eso ustedes tienen que multiplicarse, ser capaces de sostener ese hilo conductor que es el pueblo, que es el que es capaz de hacer, y tienen que llegarle a él”.
Desde Santiago de Cuba otro de sus fundadores, René Camacho Albert, con esa mirada felina agazapada detrás de los lentes metálicos y la habitual pipa al estilo Sherlock Holmes, habla a la altura de sus 73 años de cuando fuera corresponsal del periódico en el oriente cubano. “Fueron 31 años ininterrumpidos. Granma me hizo hombre en el cabal sentido de la palabra, y me hizo amar más a mi Cuba y a la Revolución. Si no fuera por las pesadas bromas del corazón, creo que aún estaría en sus páginas, aunque jamás he dejado de verme en ellas, como tampoco he perdido el hábito de que su lectura, ya sea por Internet o la edición de papel, continúe siendo mi desayuno cotidiano”.
Poco antes de terminar el diálogo Susana se asegura de que, aunque nos traicione el espacio, no quede algo importante por decir: “Quiero que hagan mención de alguna manera a la cantidad de compañeros que estuvieron en aquellos momentos y a los que ya no están, todo el personal de linotipo, de cajas, de distribución, todo el aparato del periódico, de la rotativa, de la redacción... El trabajo de cada uno de ellos, fue siempre muy importante”.

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