martes, 30 de abril de 2019

Valdelomar y Vallejo: historia de un exordio postergado

Abraham Valdelomar, César Vallejo
Podemos imaginar a tres jóvenes provincianos a la mesa del Palais Concert: Abraham Valdelomar, César Vallejo y José Carlos Mariátegui. Sabemos, por fuentes bibliográficas, que fueron concurrentes habituales al mencionado local del jirón de La Unión. En ellos se resumía la conquista de Lima por la intelectualidad provinciana: Valdelomar (Ica), Vallejo (Santiago de Chuco), Mariátegui (Moquegua). Sobre la bohemia que sostuvo esa generación, se ha especulado demasiado.

Ubiquemos en 1918 la publicación de “El caballero Carmelo” narrativa que destaca aquel Valdelomar ya conocido, en el periodismo, como el “Conde de Lemos”. Vallejo le pidió que escriba el prólogo de su primer poemario: “Los heraldos negros”. Bastante se ha escrito sobre este haz de versos inspirados en la fatalidad de la muerte, pero también han surgido mitos que no pocos literatos repiten. Nos quedamos con dos: uno, en cuanto al año de publicación de la ópera prima vallejiana; otro, en cuanto a la responsabilidad del Conde de Lemos sobre aquel legajo que jamás llegó.
Juan Espejo Asturrizaga, escribe en “César Vallejo: Itinerario del hombre” que el autor de “Trilce” conoció a Valdelomar en enero de 1918, quien lo presenta a los redactores y columnistas de La Crónica y de El Comercio, geniecillos saturnales de la bohemia limeña. El 18 de enero de 1918 Vallejo publica, en el diario La Reforma de Trujillo, “Desde Lima con el Conde de Lemos”. El 2 de marzo Valdelomar escribe en la revista Sudamérica: “La génesis de un gran poeta, César Vallejo, el poeta de la ternura”.
Un prólogo merecía tanta labor como sus mejores artículos,pero defraudó el compromiso, causando el retraso de la publicación de “Los heraldos negros” por espacio de un año. Espejo asegura que:
“Entre los meses de junio y julio los originales de ‘Los heraldos negros’ estaban listos para la imprenta. Vallejo encargó la edición a una imprenta de la cual era propietario un señor Souza Ferreira, que tenía su local en la calle de la Pileta de La Merced. Vallejo pagó la edición en dos partes. La primera al hacer la entrega de los originales y la segunda tan luego como se terminó la impresión. Esta quedó detenida en los anaqueles de esa editorial, mientras llegaba el prólogo que había ofrecido Abraham Valdelomar. Y ahí pasó el libro sin encuadernarse todos los meses que faltaban para terminarse el año 1918 y también parte del 1919”. (Espejo, p.85)
La obra de Vallejo rumiaba en la imprenta esperando la valoraciónpor la cual podía inmolar su tiempo. Aquella prórroga muestra su disposición a sacrificar calendarios por el exordio del amigo.
¿En qué estaba Abraham? Encontrándose sin trabajo, recorre el país como conferencista, cobrando altos precios para solventar sus desenfrenos. Esto ocurre en 1918 hasta 1919, cuando retorna a la política. El primer mito que se derrumba es aquel que inculpa al político por sus negligencias como escritor. Decir que “no cumplió por hallarse absorbido por sus actividades políticas”, es falso.
El segundo mito por incinerar cuenta que “Los heraldos negros” cumplió cien años en el 2018. Nótese que se celebraron mesas redondas, paneles y charlas. Tenemos a “expertos” que señalan su publicación en 1918, “porque en la portada figura así”. Nuevamente Espejo confirma tal aparición en 1919:
“La edición, ya pagada y arrumada en la editorial de Souza Ferreira, de la calle de la Pileta de La Merced, llevaba la fecha de 1918. Era el mes de junio. Vallejo fue a hablar con el editor y se decidió que saliera el libro. Así fue. Los primeros ejemplares encuadernados le fueron entregados a mediados (16 o 17) de julio, y días después (21 o 22) el total de la edición”. (Espejo, p. 95)
Esto no resintió la amistad. Para Vallejo como para Mariátegui, el polémico Conde de Lemos fue la esperanza generacional que innovaría la política y el arte. Cuando se supo del accidente que en Ayacucho puso fin a su vida, hubo gran consternación. Un día después de su deceso, Vallejo escribió en La Prensa:
“Abraham Valdelomar ha muerto, el hombre bueno e incomprendido, el niño engreído con noble y suave engreimiento, el mozo luchador, el efebo discutido del arte, vencedor de la muerte y el olvido.”
Saldadas ambas deudas con la historia, podemos proponerle al Perú la celebración del primer centenario de “Los heraldos negros”, ahora sí, en julio del 2019. El prometido prólogo, ya sabemos que no llegará después de una centuria.

DANTE CASTRO ARRASCO

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