El histórico alegato del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, conocido como “La Historia me absolverá“, es recordado este martes aquí cuando se cumplen 60 años de aquel pronunciamiento.
El 16 de octubre de 1953 el joven abogado Fidel Castro comparecía esposado y fuertemente custodiado al Hospital Civil Saturnino Lora de Santiago de Cuba, en el oriente de la isla.
Era el principal encartado en la Causa 37 por el asalto al cuartel Moncada, la segunda fortaleza militar del país, realizado el 26 de julio de ese año con el objetivo de derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista.
“La justicia debía estar muy enferma para convocar a ilustres magistrados de tan alto tribunal a trabajar en un cuarto de hospital”, diría entonces el acusado ante la maniobra del gobierno para alejar a la opinión pública del proceso judicial.
El pequeño cuarto estaba atestado de militares en actitud hostil contra el acusado, quien asumió su propia defensa y demostró inicua la acusación de la fiscalía de “promover una insurrección armada contra el Gobierno constituido”.
“¿En que país está viviendo el señor fiscal? ¿Quién le ha dicho que nosotros hemos promovido un alzamiento contra los poderes constitucionales del Estado? (…) Constitución legítima es aquella que emana directamente del pueblo soberano”, expuso en su defensa.
Marta Rojas, entonces joven periodista de Santiago de Cuba, y que asistió al juicio, rememoró hoy en el diario Granma que Fidel Castro, “con voz pulcra y enérgica” explicó detalladamente el programa económico, político y social de la revolución que el encabezaría pocos años después.
Lo que se llamaría desde entonces el programa del Moncada se resumía en asuntos básicos que una revolución verdadera tendría que resolver: el problema de la tierra, de la industrialización, de la vivienda, de la educación y de la salud del pueblo.
Allí anunciaría la erradicación del latifundio y la confiscación de todos los bienes a los malversadores de todos los gobiernos y a sus causahabientes y herederos.
Durante el juicio sumarísimo enfatizó que el apóstol José Martí era el autor intelectual del asalto al Moncada, pues los asaltantes tenían el propósito de refundar la república según su ideario.
Adelantó también que la política cubana en América sería de estrecha solidaridad con los pueblos democráticos del continente y que los perseguidos políticos de sangrientas tiranías que oprimían a las naciones hermanas encontrarían en la isla asilo generoso.
La fiscalía le solicitó 30 años de prisión. La condena definitiva sería de 15 años de reclusión.
“Condenadme, no importa. La historia me absolverá”, fue su propia sentencia.
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