Donald Trump y el síndrome del pequeño faraón
Jorge Majfud
Alai
“A mí no
me interesa la política” me dijo una estudiante hace unos meses. “Votaré por un
presidente que haya sido un exitoso hombre de negocios. Eso es lo que necesita
América para volver a ser grande”.
Esta es
una respuesta de moda en Estados Unidos: la sola palabra “volver” disipa muchas
dudas ideológicas, pero tal vez lo nuevo sea la abrumadora presencia de la
ideología de los negocios al punto que ha logrado que se confunda a un país
entero con una empresa. No es raro, ya que los ciudadanos de ayer hoy son
empleados o consumidores, que viene a ser lo mismo que vemos en un Wal Mart.
El
fenómeno de Donald Trump en las encuestas del partido republicano reproduce en
política la psicología y la cultura de uno de sus negocios favoritos: Miss USA
y Miss Universo. En estos alardes machistas a la frivolidad femenina, los
espectadores consumen un ideal que no pueden alcanzar: ser jóvenes, hermosas y
famosas a un mismo tiempo. Está de más decir que no las eligen por su
inteligencia, aparte de la obscenidad de someter a estas pobres mujeres
(semidesnudas y haciendo equilibrio sobre tacones alineados) a preguntas que
tal vez un intelectual no respondería elegantemente en los diez segundos
disponibles.
Los
seguidores de Trump comparten algo con su candidato, porque la empatía es la
base de la política del consumo: el rudimento intelectual, la glorificación del
Ego y su reivindicación de la arbitrariedad, la catarsis colectiva del insulto
personal y su correlativa negativa a la disculpa, revela mucho de grupos sociales,
tradicionalmente dominantes, que se sienten amenazados por una creciente
diversidad étnica, cultural y probablemente ideológica. Las últimas
investigaciones muestran que el secularismo y aquellos que no se identifican
con ninguna iglesia han ido creciendo en un país tradicionalmente religioso
mientras en el resto del mundo el proceso es el inverso.
Los
seguidores de Trump comparten con él y con el resto de la población la cultura
del individuo alienado que se cree original siendo copia. Pero hay algo, un
detalle, que los seguidores de Trump no tienen en común con su candidato: no
son millonarios. Menos billonarios, como Trump.
Si
consideramos que el 66 por ciento del senado estadounidense está compuesto de
millonarios, que el uno por ciento representa al 99 por ciento de la población
y a ello todavía se llama democracia, fácilmente podremos ver una contradicción
neurótica entre deseo y realidad. Al igual que Hollywood, la política vende
deseo (el de pertenecer algún día al uno por ciento) para sostener una realidad
opuesta (el 99 por ciento nunca podrá ser parte del ese uno por ciento).
La
política como espectáculo es un fenómeno global, pero Trump ha alcanzado la
cúspide. Pueden ocurrir dos cosas: que ese orgasmo dure lo suficiente como para
que le gane a un Bernie Sanders (a quien la prensa etiqueta como “populista”,
como si Hillary, Trump y toda la industria de la publicidad no fueran ejemplos
extremos de populismo), o que estemos cerca del declive acelerado de la
reacción a otra realidad imparable: el recambio demográfico.
Su recurso
dialectico consiste en decir que todo ha empeorado en este país y que la
solución consiste en “yo lo haré” sin dar la mínima pista de cómo piensa
hacerlo. Como no puede explicar cómo piensa hacer lo que dice que va a hacer
recure a algo que muchos estadounidenses hacen muy bien: creer. ¿Por qué debe
la gente creer que él sabrá cómo hacerlo? Porque es rico. Si alguien tiene
dinero, entonces es un ganador, y si es un ganador es porque tiene razón. La
misma lógica se aplicaba en la Edad Media: cuando uno de los contrincantes
derribaba al otro caballero en una lidia, la fuerza de su brazo demostraba que
tenía razón, ya que Dios no iba a ser tan injusto como para darle más fuerza a
quien estaba equivocado. Con esta misma lógica, Rocky Marciano hubiese
demostrado que Albert Einstein deliraba. No solo porque no hubiera resistido el
primer puñetazo en la cara sino porque era un modesto profesor de Princeton.
La idea de
que ser rico prueba que uno está en lo cierto fue confirmada por la teología
calvinista, que es básicamente sobre la que se asienta la ética de gran parte
de la población de este país. Si Jesús dijo que era más probable que un camello
pasase por el ojo de una aguja a que un rico alcanzara el reino de los cielos, el
protestantismo demostró lo contrario: si eres rico, es porque has sido
bendecido por Dios y el oro aquí en la tierra demuestra que recibirás todo el
oro del cielo cuando te mueras.
No es
raro, entonces, que casi todo el mundo hoy asuma que el progreso científico,
tecnológico y social del que disfrutamos se debe a los ricos y a hombres de
negocios, cuando cualquier lista de científicos, inventores y activistas
sociales que promovieron libertades que hasta no hace mucho estaban vedadas y
resistidas por los conservadores en el poder, no tiene nada de ricos sino todo
lo contrario: la mayoría ha trabajado siempre en universidades, en organismos
estatales como la NASA o son asalariados de compañías privadas. Casi todos
pertenecen a la clase media y casi ninguno se dedica a los negocios ni tiene
tiempo para invertirlo en la bolsa de valores ni en ninguno de los mega
negocios de señores como Donald Trump.
Pero como
las narrativas sociales proceden de quienes ostentan el poder social, y éste
radica en los capitales financieros, no es extraño que las hormigas admiren
tanto al oso hormiguero y hasta lo elijan, sistemáticamente, como senador o
como presidente.
Por
supuesto que el comercio ha mejorado históricamente a las sociedades desde
antes de la invención de la escritura. Pero una cosa es que las sociedades se
sirvan del comercio y otra es que el comercio use a las sociedades como
comodities. Es en este momento cuando se convierte en una ideología dominante.
Se lo puede ver en la educación y en las universidades: ya casi no queda
espacio para la formación integral del individuo: lo que importa es estudiar
una carrera que deje dinero. Esto se llama “retorno” y se mide meticulosamente
en un mundo que lo cuantifica todo. Se ve también en el desplazamiento de las humanidades
por las facultades de negocios y en el mismo intento de las humanidades por
probar que son capaces de formar empleados y empresarios.
No
obstante, Donald Trump tiene un mérito enorme, tan grande que se protege solo
contra la inteligencia de su propio electorado. Un slogan que le gusta repetir
es “Soy rico, inmensamente rico”. Recientemente, en el primer debate
republicano en Cleveland se vanaglorió de la forma en que usa su dinero: “Le
dije a Hillary Clinton que vaya a mi boda. No tuvo elección, ya que yo había
puesto dinero para su fundación”.
- Jorge Majfud, escritor uruguayo, es PhD, Lincoln University, School of
Humanities, Department of Foreign Languages and Literatures.
URL de
este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/172513
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22-09-2015
¿Fin del ciclo o fin de la hegemonía progresista en América Latina?
Massimo Modonesi
Rebelión
La
experiencia de los llamados gobiernos progresistas en América Latina
(Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, Uruguay y
Venezuela) parece haber entrado en un pasaje crítico que algunos autores están
denominando fin de ciclo, abriendo un debate histórico, político y de fuertes
implicaciones estratégicas respecto del porvenir inmediato. A partir de la
caracterización del ciclo progresista latinoamericano como un conjunto de
diversas versiones de revolución pasiva (es decir, siguiendo a Gramsci, de transformaciones
estructurales significativas pero limitadas, con un trasfondo conservador y por
medio de prácticas políticas desmovilizadoras y subalternizantes) podemos
analizar este momento poniendo en evidencia su rasgo central y determinante: la
pérdida relativa de hegemonía, es decir de incapacidad creciente de
construcción y sostenimiento del consenso interclasista que caracterizó la
etapa de consolidación de estos gobiernos. Esta inflexión, que ya se percibía
al menos desde 2013, deriva en un giro desde un perfil progresivo a uno
tendencialmente más regresivo, perceptible tanto en las respuestas
presupuestales a la crisis económica que azota la región como la actitud hacia
las organizaciones y movimientos sociales situados a su izquierda.
Este viraje
conservador, que se manifiesta orgánicamente en el seno de los bloques y
alianzas que sostienen a estos gobiernos, se justificaría, desde la óptica de
la defensa de las posiciones de poder, por la necesidad de compensar la pérdida
de hegemonía transversal por medio de un movimiento hacia el centro, lo cual
contrasta con la lógica de las polarizaciones izquierda-derecha y
pueblo-oligarquía que caracterizó el surgimiento de estos gobiernos, impulsados
por la irrupción de fuertes movimientos antineoliberales. Este deslizamiento es
más perceptible en algunos países (por ejemplo Argentina, Brasil y Ecuador) que
en otros (Venezuela, Bolivia y Uruguay) ya que en estos últimos se mantienen
relativamente compactos los bloques de poder progresistas y no se abrieron fuertes
clivajes hacia la izquierda. En particular, Venezuela fue el único país en
donde se impulsó la participación generalizada de las clases subalternas con la
conformación de las Comunas a partir de 2009, a pesar de que esta apertura
descentralizadora fue compensada por la casi simultánea creación del Partido
Socialista Unificado de Venezuela como órgano de centralización y brazo
político del chavismo.
Hay que
registrar cómo en diversos países, además de la ofensiva de las derechas
nacionales e internacionales, se asiste desde hace unos años a una franca
reactivación de la protesta por parte de actores, organizaciones y movimientos
populares, donde vuelve a destacar un perfil antagonista y autónomo a
contrapelo de la subalternización que caracterizó a las revoluciones pasivas
latinoamericanas. Sin embargo, lamentablemente no parece estar en el horizonte
político una izquierdización de la política latinoamericana. En efecto, a pesar
de un lenta recuperación de autonomía y de capacidad de lucha, no se observan
relevantes y trascendentes procesos de acumulación de fuerza política, salvo
eventualmente en el caso del Frente de los Trabajadores (FIT) en Argentina,
cuyas perspectivas y potencial expansivo tampoco están asegurados. Esto se debe
parcialmente al efecto de reflujo, después de la oleada ascendente de luchas
antineoliberales, de los sectores populares hacia lo clientelar y lo gremial
originado por una cultura política todavía subalterna pero, por otra parte, en
buen medida es producto de las iniciativas, o la falta de iniciativas, de
gobiernos progresistas más interesados en construir apoyos electorales y
garantizar una gobernabilidad sin conflictos sociales que a impulsar, o
simplemente respetar, las dinámicas autónomas de organización y la construcción
de canales y formas de participación y autodeterminación en aras de transformar
profundamente las condiciones de vida, y no solo la capacidad de consumo, de
las clases subalternas.
Este
debilitamiento, o ausencia de empoderamiento, hace pensar que la pendiente
pasivizadora que operó como contraparte de las transformaciones estructurales y
las políticas redistributivas (excluyendo la polémica continuidad extractivista
y primario-exportadora) provocó una década perdida en términos de la
acumulación de fuerza política desde abajo, desde la capacidad autónoma de los
sectores populares, a contracorriente del ascenso que marcó los años 90 y que
quebró la hegemonía neoliberal, abriendo el escenario histórico actual. Este
saldo negativo no permite, por el momento, hacer frente a una doble deriva
hacia la derecha: por el fortalecimiento relativo de las derechas políticas y
por el giro conservador y regresivo que modifica los equilibrios políticos de
los bloques de poder que sostienen a los gobiernos progresistas latinoamericanos.
Al mismo tiempo, el fin de la hegemonía progresista no parece implicar un
riesgo inmediato de restauración de las derechas latinoamericanas, como a veces
se vaticina a modo de chantaje hacia la izquierda, porque éstas apenas están
remontando la profunda derrota política de los años 2000 y, como reflejo de la
hegemonía progresista, están aceptando e incorporando ideas y principios que no
corresponden al ideario neoliberal, como demostración de que el ciclo de
mediano alcance, entre las luchas antineoliberales de los 90 y los gobiernos
que se declararon posneoliberales, desplazó ciertos pilares del sentido común y
marcó en efecto un relativo cambio de época en la agenda y el debate político y
cultural.
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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22-09-2015
Mucho más que una frontera cerrada
Agustín Lewit
Página/12
Es cierto
que la decisión de Nicolás Maduro de cerrar por tiempo indeterminado parte de
la extensa y porosa frontera que Venezuela comparte con Colombia, junto a la
deportación de poco más de un millar de colombianos, puede sonar en principio
un tanto excesiva.
No
obstante, contra la proliferación de juicios apresurados, conviene
contextualizar la medida y alumbrar algunos aspectos, no tanto con el fin de
forzar su justificación, sino para dilucidar su racionalidad y habilitar una
comprensión más cabal del problema. A nadie sorprende, por lo demás, que estos
elementos que complejizan el escenario hayan brillado por su ausencia en la
catarata de críticas –tanto de medios como de distintos sectores políticos de
la región y más allá– vertidas sobre el gobierno bolivariano tras la decisión
tomada hace un mes.
Con el
horizonte planteado, la primera cuestión a mirar refiere a los exorbitantes
costos que supone para la economía venezolana el enmarañado sistema de
contrabando de bienes hacia Colombia. En efecto, el volumen incuantificable de
productos –principalmente alimentos, medicamentos y combustibles– subsidiados
por el Estado venezolano, que son traspasados ilegalmente a suelo neogranadino
para ser vendidos veinte, cincuenta y hasta cien veces por encima de su valor,
significan millonarias pérdidas para las arcas bolivarianas, que –por otra
parte– lejos están de atravesar su época más próspera. Apenas un ejemplo:
Eulogio del Pino, presidente de Pdvsa, cifraba hace unos meses en cien mil los
barriles de crudo que se filtraban diariamente a Colombia de manera ilegal. No
es difícil imaginar cuán relacionado está ese flujo descontrolado de bienes con
el desabastecimiento que sufren muchos mercados venezolanos, no sólo en estados
fronterizos como Zulia o Táchira, sino también en la zona del llano y hasta en
la propia Caracas. Las cifras oficiales estiman que casi un 40 por ciento de
los alimentos importados por Venezuela terminan ilegalmente del lado
colombiano. Para reforzar lo dicho: el día posterior al cierre de fronteras, en
el estado venezolano de Táchira se vendieron un millón de litros menos de
combustible.
Las cifras
y los datos podrían extenderse ampliamente dejando en claro una cosa: aunque
extremo, el cierre de fronteras resulta para Venezuela –país que ha desplegado
una política de subsidios alimentarios y otros bienes como ningún otro– una
medida tan legítima como necesaria en pos de su gobernabilidad económica y
contra la paraeconomía institucionalizada, incluso, por el Estado colombiano.
La otra
cuestión central que emergió de manera lateral con la crisis fronteriza es el
fuerte carácter excluyente de la economía colombiana –ubicada por la ONU en el
puesto número doce dentro de las más desiguales del planeta–, vuelta evidente
por estos días en un doble aspecto: primero, en los millones de colombianos que
han sufrido en las últimas décadas, y particularmente en los últimos años, el
desplazamiento forzado tanto dentro como fuera de las fronteras, no solo a
causa del prolongado conflicto armado, sino movidos en su mayoría por razones
de urgencia económica. Segundo: el altísimo porcentaje de pobladores de los
estados colombianos linderos con Venezuela que, a falta de otras oportunidades,
han hecho del contrabando un modo de subsistencia, tratando de apropiarse de
una pequeñísima porción de los millones que genera el mercado ilegal y
convirtiéndose en mano de obra barata de poderosos traficantes.
Tomando en
cuenta lo dicho, no es forzoso sostener que una parte importante del
contrabando impulsado desde Colombia se explica como una consecuencia derivada
de un entramado socioeconómico que es, a todas luces, incapaz de contener a
grandes sectores de la población.
Finalmente,
una cuestión interesante: el filoso contrapunto discursivo de las últimas
semanas entre Maduro y Santos fue adquiriendo un tinte ideológico cada vez más
fuerte, que expresó de un modo muy evidente la tensa diversidad política que
atraviesa no sólo a ambos países, sino al subcontinente en su conjunto. Y es
que, más allá de lo coyuntural, en la férrea defensa que cada mandatario hizo
de su modelo económico, pudo verse que lo que separa a Venezuela de Colombia
–una tensión extensible a otros binomios posibles en la región– es mucho más
que una frontera cerrada: se trata, ni más ni menos, que de contradicciones
propias a dos modelos de sociedad absolutamente distintos.
Agustín
Lewit: Investigador del C. C. de la Cooperación. Nodal.
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22-09-2015
Inaceptables y dolorosas las declaraciones de la presidenta del Partido
Socialista
No en nombre de Allende, ni del socialismo
Pablo Sepúlveda Allende
Rebelión
Después de
las declaraciones de la presidenta del Partido Socialista de Chile en contra de
la condena de Leopoldo López, dirigente opositor de Venezuela
Inaceptables
y dolorosas son las declaraciones de la presidenta del Partido Socialista de
Chile en contra de la condena de Leopoldo López, dirigente opositor declarado
culpable por incitación a la violencia y otros delitos enmarcados en un plan
declaradamente sedicioso llamado “La Salida”(1) que condujo a una fuerte ola de
violencia callejera de tendencia fascista que duro varios meses y que costó la
vida de 43 seres humanos además de millonarias pérdidas materiales.
Declaraciones tan desafortunadas como desinformadas en que la Senadora, hija de
Salvado Allende dice: “no logro entender que un opositor que haga una acción
que no tiene ninguna violencia, que manifiesta su opinión crítica a un gobierno
pueda ser encarcelado" . ¿Cómo leer, como entender dichas afirmaciones
teniendo en cuenta la historia reciente de Chile, su historia personal y
nuestra propia historia familiar? Historia que fue marcada justamente por este
tipo de violencia desenfrenada y llena de odio. El condenado dirigente político
Leopoldo López hizo un llamado abierto y público, claramente dirigido a la
insurrección, “al alzamiento” , a “permanecer en las calles hasta lograr la
salida del gobierno” , “hasta que logremos sacar a quienes nos están
gobernando” ; que como decíamos condujo a unos meses de violencia política que
buscaba el derrocamiento de un gobierno legítimo y con gran apoyo ciudadano,
como decir que la acción premeditada del sedicioso plan “La Salida” es “una
acción que no tiene ninguna violencia” , que solo “manifiesta su opinión
crítica a un gobierno” . Peor aún, como calificar a López “preso de conciencia”
cuando además de los referido fue uno de los protagonistas más visibles y violentos
de la represión del régimen golpista que derrocó por 48 horas a Hugo Chávez el
año 2002. ¿Porque hacer semejantes y desafortunadas declaraciones, tan
reduccionistas, tan desinformadas, tan doble estándar? “a nombre personal” y
“como Presidenta del Partido Socialista de Chile” sabiendo perfectamente que la
quien habla es la hija de Salvador Allende. ¿Porque hablar de Leopoldo López y
callar sobre las múltiples crímenes y atrocidades que se cometen a diario en
nombre de la supuesta lucha antiterrorista, la democracia y la libertad?
Creo que
hay respuestas más de fondo y que tienen que ver con lo ideológico, sobre
conceptos sobre el Socialismo y el Neoliberalismo, etc… pero en este caso sobre
todo se evidencia un doble estándar cuando se habla de Democracia y Derechos
Humanos, cuando hay una valoración y un juicio condenatorio a priori al hablar
de estos temas en los casos de Venezuela y Cuba, y cuando por otro lado no se
dice nada, no se señala, no se condenan por ejemplo, los crímenes de lesa
humanidad cometidos por el Estado de Israel contra el Pueblo Palestino, las
fosas comunes del Uribismo en Colombia, las torturas en la cárcel de
Guantánamo, la terrible desaparición de 43 estudiantes normalistas en México
hace un año!…, porque el silencio ante los Presos Políticos Mapuche, el asedio
y represión brutal a las Comunidades Mapuche por parte del gobierno que
representa? O simplemente las guerras genocidas promovidas y auspiciadas por el
gobierno de los EEUU en el mundo, etc… ahí no hay denuncias, solo hay silencio.
Por otro
lado, esta lo pragmático de la política, el desviar la atención de los
problemas internos; cuando el gobierno de Chile está pasando sus peores
momentos en términos de legitimidad ante la ciudadanía, cuando la clase
política está valorada de forma tan negativa, cuando los escándalos de la
corrupción estructural de la política en Chile (si, de ese Chile supuestamente
tan incorruptible) salen a la luz. La llamamos corrupción estructural e inmoral
(y de cierta forma hasta “legalizada” en la actual Constitución heredada de
Pinochet), porque ahora se sabe hasta que niveles se ha prostituido la política
ante el poder económico de las grandes empresas, de las familias más poderosas,
de las grandes fortunas económicas que financian las campañas de los políticos
en todos los niveles y en casi todos los sectores y casi a todos los partidos
políticos. Pero lo peor y más inmoral, es cuando empresas expoliadas y
enajenadas al estado chileno durante la dictadura pinochetista, empresas
estratégicas que fueron entregadas, por ejemplo al entonces yerno de Augusto
Pinochet, Julio Ponce Lerou, y quien a través de la empresa Sociedad Química
Minera de Chile (SOQUIMICH) aparece entregando millonarias sumas de dinero a
campañas de políticos de los partidos del actual gobierno, incluyendo gente del
Partido Socialista, el mismo partido que fundara Salvador Allende, gente como
el senador Fulvio Rossi (que incluso se entrevistó con Enrique Capriles en su
última visita a Chile) quien ha sido llamado a declarar por boletas facturadas
a la empresa controlada por el ex yerno de Augusto Pinochet; así mismo con
Milton Lee Guerrero, ex tesorero del Partido Socialista. Por otro lado esta
gente como Enrique Correa, importante dirigente político durante el Gobierno de
la Unidad Popular y que ahora es importante lobbysta de la Consultora
Imaginación que le ha hecho asesorías a SOQUIMICH, al grupo Penta y al grupo
Lucsik, todos grupos económicos financistas de la política chilena y que además
en absoluta incoherencia ideológica y ética, es Vice-Presidente de la Fundación
Salvador Allende….
Por
último, no se puede dejar de comentar sobre las declaraciones de Felipe
González, para quien “Pinochet respetaba mucho más los derechos humanos que
Maduro” , opiniones como estas son un real insulto a los derechos humanos y a
la historia, un insulto a las millones de víctimas de las dictaduras
latinoamericana. Estas declaraciones se enmarcan en la misma campaña
internacional contra Venezuela, de la cual desafortunadamente se ha hecho eco la
senadora Isabel Allende. Esto no es casualidad porque el señor Felipe González
y el PSOE son el referente ideológico del Partido Socialista de Chile de
pos-dictadura. Cabe preguntarle a la dirección del Partido Socialista de Chile,
que sufrió en carne propia los horrores y las atrocidades de la dictadura
pinochetista, si está de acuerdo con que semejante camaleón político, que con
estas declaraciones mostró sin vergüenza su falta total de ética, siga siendo
su mentor político.
Nota:
(1) El
plan ‘La Salida’ derivo directamente en las protestas violentas, las llamadas
“guarimbas”, que azotaron viarias ciudades de Venezuela durante más de dos
meses donde el odio político se apodero de sectores importantes de la
oposición, solo con mencionar que en muchos sectores sociales donde se
realizaban las ‘guarimbas’, en postes y semáforos se colgaban del cuello a
muñecos vestidos de rojo, en alusión a los simpatizantes del chavismo, también
hubo mucho hostigamiento y amenaza a las familias que reconocían como
simpatizantes del gobierno en los sectores donde predomina la oposición y donde
se realizaban las ‘guarimbas’, por lo demás sectores siempre de clase media
alta o alta.
Pablo
Sepulveda Allende,es médico y es nieto del Presidente Salvador Allende.
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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22-09-2015
La trinidad
David Brooks
La Jornada
El Papa,
el político, y el espíritu de un movimiento son una trinidad que en este país,
en estos días, resucita un mensaje antiguo de condena contra el pecado de los
ricos que roban a los pobres, el secuestro del futuro prometido, la amenaza a
la vida del planeta y el veneno de la indiferencia (bueno, también suena como
el inicio de un buen chiste: un Papa, un socialista y un movimiento llegan a
una cantina...)
El 17 de
septiembre marcó el cuarto aniversario de Ocupa Wall Street, movimiento que
estalló con un mensaje sencillo: el 1 por ciento más rico acumula todo el poder
económico y político contra el 99 por ciento, y que sacudió durante meses las
calles de este país, asustó a las cúpulas económicas y políticas, ocasionó
represión policiaca que resultó en miles de arrestos y cambió desde entonces el
debate político nacional de este país.
Muchos
expertos tanto de derecha como de izquierda primero afirmaron que esta
expresión carecía de seriedad y pragmatismo y después proclamaron que había
muerto, sin entender la dinámica histórica de los movimientos sociales en
general y menos dentro de Estados Unidos.
El
movimiento de Ocupa, contó uno de sus voceros a La Jornada, siempre fue más un
estado de ser que algo organizado con metas concretas o un programa político.
Ese espíritu, ese estado de ser se sigue expresando en varios ámbitos, pero su
gran triunfo duradero es la transformación del debate político, en el que la
desigualdad económica y su corrupción de la política son puntos centrales.
A la vez,
veteranos y participantes de Ocupa –no sólo en espíritu, sino en la práctica–
continúan su evolución en diversos frentes, desde la lucha contra la deuda
estudiantil hasta nutrir las filas progresistas del movimiento ambientalista
(el que se atreve a culpar a ese 1 por ciento con nombre y apellido por el
desastre ambiental), pero también apareciendo dentro del campo de batalla
electoral con un político que ha sorprendido a las cúpulas de este país.
El senador
federal independiente Bernie Sanders, autoproclamado socialista democrático, es
un precandidato presidencial demócrata cuyo mensaje central es el mismo que el
de Ocupa Wall Street. Sanders es alguien que, igual que miles de progresistas,
sindicalistas y más, lo viene diciendo de alguna manera mucho antes que Ocupa.
Pero fue sólo después del movimiento que ese mensaje se volvió, como dicen los
modernos, viral. Sanders aún goza de las multitudes más grandes en los actos de
campaña de cualquiera de los precandidatos de ambos partidos, y en las
encuestas nacionales avanza sobre la supuestamente inalcanzable Hillary
Clinton, hasta estar por arriba en los dos estados que primero realizarán
elecciones primarias: Nueva Hampshire y Iowa.
“Es una
atrocidad moral que la décima parte del 1 por ciento más rico hoy día es dueño
de casi tanta riqueza que el 90 por ciento de la población… un 58 por ciento de
todo el ingreso nuevo se capta por el 1 por ciento más rico”, afirmó Sanders la
semana pasada en el programa nacional de televisión Late Show with Stephen
Colbert. Al reiterar el mensaje central de sus discursos, Sanders afirmó que es
hora de que el gobierno trabaje para todos, no sólo para unos cuantos.
Este
mensaje ha provocado ovaciones y un entusiasmo nuevo en diferentes rincones de
este país, sobre todo entre los jóvenes, a tal nivel que cada vez hay más
alarma en la cúpula del Partido Demócrata mientras la derecha lo califica de
antiestadunidense.
Entre las
crecientes agrupaciones de voluntarios de la campaña de Sanders, los veteranos
de Ocupa Wall Street participan en diversas tareas; prestan su experiencia de
organización, autogestión y sobre todo el uso de las herramientas digitales.
Uno de ellos comentó que “el surgimiento de Sanders es inconcebible sin que
Ocupa Wall Street elevara la conversación sobre desigualdad… No se puede
imaginar una cosa sin la otra”, reportó The Guardian.
Mientras
tanto, el mensaje del papa Francisco se suma al coro estadunidense en denuncia
de la concentración de la riqueza, el abandono de los más pobres, la ola
antimigrante, el ataque contra los derechos y libertades civiles y la relación
entre el gran capital y la crisis ambiental en el mundo.
El Papa
llegará esta semana a un país que sufre la peor desigualdad económica desde
poco antes de la gran depresión. Mientras tanto, el ciclo electoral
presidencial en curso será el más caro de la historia, con montos sin
precedente de donaciones de multimillonarios que definen el proceso democrático
y que confirma la conclusión de muchos –incluyendo el ex presidente Jimmy
Carter– de que el país se está volviendo una plutocracia.
El mensaje
del Papa sobre las consecuencias deplorables de cuando el gran capital toma el
control del planeta es bien conocido, y provoca inquietud entre algunos de sus
anfitriones políticos al esperar su llegada esta semana en la capital mundial
de la libertad (del mercado). Pero para otros, este mismo mensaje ya tiene
amplio eco aquí desde hace cuatro años.
Tal vez
más que nada, esta trinidad –el cura, el socialista y el Ocupa– pueda ofrecer
un antídoto vital para este país que a veces suele ser contaminado y abrumado
por la indiferencia y apatía (el himno de esta trinidad podría ser la versión
sencilla de Springsteen –una de las voces estadunidenses que ha recogido los
versos, dolores, furias, sueños y solidaridad del 99 por ciento– de una canción
argentina que empieza: “Sólo le pido a Dios/que el dolor no me sea
indiferente”.
Quién sabe
si todo esto amerita permitirse un poco de fe par el futuro de este país, pero
por ahora el eco popular de este mensaje es esperanzador. Mientras tanto, se
aceptan sugerencias para un chiste sobre un cura, un socialista y un ocupa en
una cantina...
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22-09-2015
Medios bajo consignas
Ramón Reig
Rebelión
Los medios
de comunicación españoles a los que accede normalmente el personal son de piñón
fijo (“persona que es reticente a cualquier tipo de cambio, ya sea de opinión o
de comportamiento. Su uso denota terquedad y obstinación”). Les han dado unas
consignas y de ahí no se mueven. Dos temas: uno,
migrantes-refugiados-inmigrantes; dos, Cataluña. Bueno, ahora algo de Tsipras
pero Tsipras ya no es noticia porque está “domesticado”.
Los
mensajes son unívocos, es decir, con una sola voz. Aquí no hay apenas diferencias
entre la Cope y la Ser o entre TVE y Cuatro, entre Antena 3 y La Sexta. Todas
en el fondo pertenecen a los mismos –los bancos- pero se reparten los papeles y
unas van de progres y otras de menos progres, ya saben, el centro derecha y el
centro izquierda que es como tener un tío en América o como decir “Santillana
del Mar” que ni es santa ni es llana ni tiene mar.
Con los
que vienen de por ahí porque los hemos echado entre nosotros y los Estados
Unidos, el enfoque es el discurso débil postmoderno: mucha comprensión, mucho
niño, mucho viejo, mucha mujer, muchas lágrimas, así entra mejor que haya que
acoger en Europa y España a una ingente cantidad de personas que levantan un
futuro incierto a medio y largo plazo. Supongo que aún quedan semáforos vacíos
en España y muchos más en Europa para que estas criaturas se coloquen de
vendedores de pañuelos y otras bagatelas y aún queda mucho espíritu caritativo
y mucho sentimiento de culpa porque lo que son buenos empresarios que les den
puestos de trabajo para vivir decentemente y con consumo, eso yo no sé dónde
está.
Los
jóvenes españoles emigran a Inglaterra y a Alemania donde logran puestos de
trabajo que sirven para mantenerse pero nada de salir de ahí, un viaje o dos a
España les descuadra el presupuesto. En Inglaterra, un trabajo para ir tirando
se paga a unas 6 libras la hora mientras los cualificados pueden ganar 40.
Luego están los de más arriba que ya ni les cuento. Consecuencia, disminuye el
mercado de consumidores y aumentan las distancias sociales. Ahora llegan los
migrantes. ¿Dónde los metemos?
Es muy
bonito hablar del espíritu europeo y dividirnos en malos (Hungría, Eslovenia,
Croacia…) y buenos (Alemania, España…), pero, ¿qué es eso del espíritu europeo?
¿El miedo al nazismo? ¡Pero si el nazismo lo subieron al poder los alemanes y
prestigiosos apellidos que aún se pasean por ahí como gente respetable! ¡Pero
si Estados Unidos se sirvió de él para sus intereses! Esta misma semana he
conocido a una estudiante mexicana a la que le ha impedido la embajada española
desarrollar una estancia académica porque no ofrecía suficiente solvencia
económica. Entonces, como ya se ha hecho con bolivianos, ecuatorianos, etc.,
¿rechazo a los de nuestra lengua y cultura y abrigo para los otros? ¿Espíritu
europeo para unos y espíritu maligno para otros? ¿Habrá que decirle a los
mexicanos que la guerra civil larvada en la que desde hace más años que Siria
lleva sumergido el país la conviertan en guerra abierta y explícita para que te
den refugio en la “madre patria”?
¿Espíritu
europeo? ¡Pero si nos entendemos en el idioma del país que se quiere ir de la
Unión Europea! ¡Si consideramos que la cultura grecorromana ha dado lugar a
vagos y chorizos que lo que quieren es dormir la siesta! ¡Si en los planes de
estudios imitamos a los estadounidenses con ese nefasto Plan Bolonia populista
y a coste cero! ¡Si la Filosofía, Humanidades y las ciencias sociales cada vez
son patitos más feos! ¡Si vamos a consultarle a Obama cualquier cosa! ¡Si hasta
tomamos como el Oráculo de Delfos sus palabras sobre Cataluña! ¡Si Google ha
sustituido al Oráculo de Delfos! ¿Qué va a decir Obama? Que quiere una España
unida, claro. Y el resto de sus siervos también.
Si
Cataluña se propone ser independiente lo puede ser, claro que sí. Los que hoy
dicen que no tendría cabida en lo internacional después se la darían. Lo que
sucede es que los catalanes se lo pasarían fatal al principio, puede que hasta
les metieran al ejército y lo digo por las andanadas que lanzan de vez en
cuando desde las alturas. ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar los independentistas?
El discurso de la ilegalidad a nivel histórico no vale porque en la Historia lo
importante y relevante se ha logrado yendo contra las leyes, lo que ocurre es
que los medios del piñón fijo son portavoces de intereses, no son plataformas
de rigor interpretativo, precisamente, no hacen periodismo sino propaganda.
Lo que
habrá que decirle una y otra vez a los catalanes es que para independizarse en
condiciones al menos el 90 por ciento del censo debe votar claramente
independencia, de lo contrario aquello no será más que una zona de la península
ibérica en tensión permanente y quién sabe si en algo peor. ¿Cómo te vas a
independizar con el 45 o el 50 por ciento de la gente en contra más la
abstención?
Da igual
lo que se argumente, los medios de piñón fijo ya tienen la consigna aprendida y
se levantan por la mañana dispuestos a seguir con su mismo discurso,
aplicándose aquello de que “no dejes que la realidad te estropee un buen
reportaje”.
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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22-09-2015
El virus japonés infecta la economía global
Alejandro Nadal
La Jornada
La
economía japonesa fue un motor súper dinámico durante las cuatro décadas que
siguieron a la segunda Guerra Mundial. Pero a finales de la década de los
ochenta la locomotora perdió velocidad. Las causas de la pérdida de dinamismo y
la respuesta de la política macroeconómica fueron consideradas como excepcionales
durante muchos años. Hoy la economía mundial tiembla de miedo al ver reflejada
su imagen en el espejo japonés.
¿En qué se
parece lo que hoy sucede en las economías occidentales y lo acontecido en Japón
hace unos cinco lustros? La respuesta estriba en la presencia de una burbuja de
dimensiones macroeconómicas en los precios de diversos tipos de activos. En
Estados Unidos, por ejemplo, la burbuja en el precio de bienes raíces es casi
idéntica a la de Japón, pero con unos 15 años de diferencia. Entre 1986 y 1992
el índice de precios de los bienes raíces en las regiones de Osaka y de Tokio
aumentó de 100 a 222. Entre 1992 y 1997 el índice de precios sufre un colapso
cercano a 40 por ciento. La comparación con Estados Unidos es sorprendente:
entre 2001 y 2007 el índice de precios de bienes raíces en el grupo de las diez
principales ciudades de Estados Unidos pasó de 100 a 220. Y entre 2007 y 2012
dicho índice se reduce en 30 por ciento.
Lo más
interesante es que el ritmo de aumento en los precios de los activos (en este
caso bienes raíces) es casi idéntico, la duración de la fase ascendente es
igual, la magnitud de la caída en los precios es muy parecida y la duración de
la fase descendente es la misma. La lección es que Estados Unidos habría enfrentado
condiciones macroeconómicas muy parecidas a las de Japón con un rezago de 15
años.
La
experiencia europea es parecida, sólo que las burbujas fueron mucho más
grandes. Por ejemplo, los datos de Nomura Research Inc. que el índice de
precios de las casas en Irlanda pasó de 100 a 514 entre 1995 y 2007 antes de
reducirse a 273 en 2014. Existen datos similares para los casos de España,
Grecia y otros países de la zona euro. Sólo Alemania presenta una anomalía,
pues el índice acusa un comportamiento moderado en sentido inverso durante el
periodo de referencia.
La
explosión de estas burbujas trajo consigo una contracción económica de gran
calado, tanto en Japón, como en Estados Unidos y Europa. La recesión japonesa
fue en la década en la que en Estados Unidos (y en Europa) se cantaban himnos
piadosos a la diosa de la gran moderación. Así que el caso de la economía del
país del sol naciente era visto como una anomalía, producto de un virus
endémico de la economía japonesa.
El banco
central en Japón respondió con una drástica reducción en la tasa de interés
líder desde 1994. La Reserva Federal y el Banco Central Europeo (BCE) hicieron
lo mismo en 2008 y 2009. Pero la recuperación en Japón fue mediocre y en
Estados Unidos sigue siendo frágil. En Europa, a pesar de que la tasa de
interés del BCE es de 0.15 por ciento, la tasa de desempleo en la eurozona se
mantiene demasiado alta (España mantiene una tasa de desempleo de 25 por
ciento, equiparable a la que imperó en Estados Unidos durante la gran
depresión).
¿Por qué
se produce este paralelismo entre la recesión en Japón en los años noventa y la
gran recesión derivada de la crisis global de 2007-2008? Desde luego hay muchos
factores interviniendo en la evolución de cada una de estas economías, pero
Japón, Estados Unidos y varios países europeos tienen algo en común: la oferta
monetaria se ha mantenido estable desde que la tasa de interés se redujo a
niveles cercanos a cero y desde que el banco central aplicó una política de inyección
de grandes cantidades de liquidez. Es decir, al igual que en Japón, la política
de tasa de interés cero y la flexibilidad monetaria en Estados Unidos y en
Europa no se tradujeron en aumentos del crédito privado, ni en incrementos de
la oferta monetaria (medida de M1 a M4). Es decir, el aumento de liquidez que
el banco central inyectó al sistema financiero no ha podido entrar en el
sistema económico. La razón es que no hay agentes que estén interesados en
tomar esos recursos prestados para ponerlos a trabajar en la economía real.
Como dice
Richard Koo, uno de los analistas más lúcidos de la crisis global, para los
economistas que se han formado en los libros de textos convencionales esto es
algo inesperado. La oferta monetaria y el crédito privado deberían estar
acoplados con la creación de dinero de alto poder.
Al igual
que en Japón en la década de los años noventa, ni el Banco Central Europeo ni
la Reserva Federal han conseguido lo que el Banco Central de Japón tampoco pudo
lograr: incrementar el crédito en medio de una recesión deflacionaria. Cuando
todos los agentes en una economía, consumidores y productores, se dedican a
pagar deudas a pesar de que la tasa de interés es cero, la deflación es
completa y el estancamiento no se hace esperar. La contracción en la demanda
agregada conduce de manera irremediable a una recesión. Y cuando eso sucede en
las principales esferas económicas del planeta, el estancamiento promete durar
muchos años.
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22-09-2015
Inmigrantes, crisis humanitaria global
Salvador G. Briceño
Rebelión
A la Unión
Europea le estalló en sus fronteras. Crisis humanitaria de gran calado,
comparada solo con la generada por la Segunda Guerra Mundial. El flujo de
inmigrantes, peor que eso, de personas que buscan refugio comenzó allanando sus
espacios. Son las víctimas de las guerras quienes padecen la tragedia de sus
vidas (Ver antes: http://www.alainet.org/es/articulo/172051).
¿Contra
quién deberán reaccionar los gobiernos de los países europeos, y no solo los
que tienen el problema sino todos? Contra sí mismos, como simples aliados,
promotores también de la violencia, socios de los estadounidenses en la
Organización del Tratado del Atlántico del Norte. Pero sobre todo contra el
gobierno gringo y sus políticas de invasión. No contra los países víctimas.
Se trata
del saldo de las guerras en Siria, antes Irak y también Afganistán. En África
lo mismo. Todas, guerras promovidas por la derecha, el ala republicana y el
poderoso grupo sionista-estadounidense, a quienes interesan los recursos, no
las personas. Es más, las invasiones planeadas por los generales de la OTAN y
decididas por los presidentes de EUA, con fines geoestratégicos han impactado
no únicamente a los ejércitos de los países invadidos sino a la población
civil. De ahí que los promotores se han convertido en genocidas.
No hay
otro calificativo, puesto que los bombardeos militares indiscriminados no
diferencian entre los objetivos “estratégicos” (¡sic!) de ataque y la
población, la principal afectada. Y ahí están, tras varios años de guerra en
sus propios territorios —países que padecen a dos frentes el asedio: militar y
terrorista—, los primeros expulsados. El número de caídos es el fin de juicio.
De la mano
de las políticas de agresión, invasión y arrasamiento de la sociedad civil,
además de los militares y quienes toman las decisiones de invadir, están desde
luego las empresas multinacionales beneficiadas, sean las “de guerra”
(productoras de armas, ejércitos privados, capacitación, etc.) como las de
“reconstrucción” todo terreno. ¿Y cuándo regresan lo usurpado?
A los
actores-promotores, financistas-particulares, presidentes-generales,
corporativos de la destrucción-reconstrucción de los países participantes de la
OTAN —gringos a la cabeza—, son a quien se les debe responsabilizar y juzgar
por el caos humanitario, por el genocidio provocado en los países afectados.
Y como
invasores, los promotores de las guerras son quienes deben asumir el costo que
implica dar asistencia y trabajo a los desplazados. Y los países de la
(des)Unión Europea que ahora reniegan (como Hungría) del peso por la cantidad
de ciudadanos en busca de asilo, paz, trabajo y tranquilidad para vivir (hasta
los niños lo saben porque lo viven), deberán no pelear entre sí por el número
—el problema no es estadístico— de asilados que deberá aceptar cada uno, cuanto
de encontrar los acuerdos para presionar y obligar a los responsables como los
EUA, a que sean ellos quienes asuman los costos.
Lo
contrario será, para la casi desUE quien de por sí carece la problemática
social relacionada con la política de austeridad requerida desde el sector
financiero global, que EUA deje a Europa sola con el problema social que
implica atender a los expulsados, siendo que los presidentes Bush-Obama, el
Pentágono como cabeza de playa y sus corporativos multinacionales
—principalmente petroleros, quienes se benefician por el energético a muy bajo
costo— se llevan todas las ganancias posibles. ¡Que para eso son sus guerras!
Los
asilados tienen derechos porque no han salido de sus países por voluntad
propia. Existe la legislación internacional que atiende el “derecho de asilo”
como derecho humano para hacerlo valer (según la ONU, ver: http://bit.ly/1V3KBsa ).
Otros temas pendientes, como: el retiro del financiamiento, armamento y
capacitación al llamado “estado islámico” —el mercenariato al servicio de
intereses ajenos—; sentarse a negociar con Bashar al Assad, con la inclusión
obligada de Rusia para terminar con la agresión en su contra, son acciones
urgentes para atender el problema de raíz. Responsables de la actual crisis humanitaria
los hay, falta aplicarles la ley, puesto que han generado una crisis de
elevadas consecuencias, humanitaria y global.
En tanto
se hacen las gestiones necesarias para obligar a los estadounidenses asumir su
responsabilidad —¡quién le pone el cascabel al gato!, o como se dice “quién
dijo yo”—, ciertamente los gobiernos europeos se encuentran en una encrucijada
doble: por un lado, la presión de recibir a los inmigrantes/asilados, darles
techo, cobijo, sustento, atención médica y trabajo, quienes ya llegaron y los
que siguen arribando a sus fronteras; por el otro, la exigencia de las
mayorías, de sus propios ciudadanos quienes piden a sus autoridades recibir y
atender por humanidad a los solicitantes exiliados.
Ciertamente
el problema no es menor, porque las condiciones económicas de los estados no es
de Jauja, y socialmente sus propios pueblos padecen desempleo o desigualdad
creciente, baja generación de empleos y caída de ingresos salariales —las
políticas de austeridad pronto se extienden por la zona, pues se trata de una
oleada de empobrecimiento generalizado en marcha—, de la mano de estados cada
vez con menores márgenes de recursos como para invertir y de maniobrabilidad
política y social (el desgaste de su credibilidad).
Por lo
mismo, los gobiernos deberán actuar pronto en todos los sentidos, pues de lo
contrario se presentarán —más pronto que tarde—, síntomas de discriminación
racial y repudio que puede devenir en xenofobia de parte de aquellos sectores
radicales europeos afines al nacionalsocialismo y otras vertientes violentas
capaces de generar problemas mayores. De ese tamaño es la urgencia, para
atender y resolver el problema o los problemas.
Ir al
fondo del asunto implica, entrar a los terrenos de la geopolítica del imperio
estadounidense y de sus propios intereses. Para hacerle ver las secuelas de sus
guerras, y que —insisto— asuma su responsabilidad. No es un camino sencillo,
porque implicará ir a contracorriente de las nuevas políticas de “seguridad
nacional” de los gringos. Como ir en contra de su estrategia que está en el
origen de sus guerras. Pero lo contrario será dejar el problema solamente en
manos de los europeos. Salvo que ellos quieran cargar con todo el peso; o que
encuentren los mecanismos para dar trabajo a todos los asilados, pues
seguramente nadie estará pensando tenerlos como asistidos siempre.
De largo
plazo, y a un problema mayor la exigencia de soluciones también mayores. Es un
gran reto para los europeos. Una prueba para saber si, en condiciones como
estas, los gobiernos están dispuestos a oponerse ahora sí a las exigencias de
sojuzgamiento de EUA en materia geopolítica. O le ponen un hasta aquí y le
traspasan la cuota de responsabilidad que le corresponde en este problema. Ya
veremos. Mientras tanto los asilados requieren asistencia. No alambrados de
púas, ni muros, ni chorros de agua, ni gas pimienta en su contra. Menos
represión.
Ya se
conocen las causas, habrá que atenderlas con urgencia. Así les disguste a los
propagandistas de la guerra. Una auténtica “coalición humanitaria
internacional” para solucionar el problema de los inmigrantes está faltando.
Manos a la obra.
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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22-09-2015
Hay que quitarse la policía de la cabeza… ¿en Cuba?
Manuel David Orrio
Rebelión
Acostumbra
a decirse entre periodistas que lo importante no es que digan bien o mal de
uno… sino que digan.
Pues bien,
no puedo quejarme. El libro Hay que quitarse la policía de la cabeza, del
sociólogo y periodista sueco Erik Jennische, contiene 105 menciones a mi
persona en unas 300 páginas, muchas de éstas dedicadas a mi labor como agente
encubierto de la Seguridad del Estado cubano, entre 1992 y el 2003, infiltrado
en los grupos anticastristas que actuaban al interior de Cuba.
Me
reconoce, incluso, como uno de los llamados periodistas independientes más
relevantes de aquel tiempo. O sea, personas que con mayor o menor calidad
sirvieron a los intereses de la política de los Estados Unidos de América
contra Cuba: mejor, o peor pagados, conste. Desde luego, “mi pequeña
diferencia” fue que hallé los recursos periodísticos para defender a Cuba,
haciendo ver como que la atacaba. Fue un reto, un hermoso reto. Tan hermoso
como el que hoy asumo como periodista revolucionario, “sin pelos en la lengua”
para criticar lo que de mi país entienda deba criticar.
Jennische,
apunta el libro, “es sociólogo y periodista; ha trabajado en apoyo a las
organizaciones de los Derechos Humanos en Europa Oriental, los Balcanes y
América Latina. En distintos periodos desde finales de los ochenta, ha
trabajado y estudiado en América Latina durante varios años”.
Siempre
según el libro, “Desde 2014, es el Director del programa para Latinoamérica en
Civil Rights Defenders en Estocolmo, una organización sin fines de lucro,
dedicada a la defensa y promoción de los derechos humanos, que opera en Suecia,
Asia Central, el sudeste de Asia, los Balcanes Occidentales y Europa del Este.
También tratan de establecer una colaboración en el este de África, incluyendo
el cuerno de África.”
Hay
quitarse la policía de la cabeza se publicó en sueco en la primavera de 2013.
Su autor tuvo la gentileza de enviarme un ejemplar (.pdf) de la versión en
castellano que, me informó por correo electrónico, se proyecta lanzar este 27
de julio.
Desde lo
que pudiera llamarse “el otro lado de la colina”, el libro contiene un
documentado relato sobre el devenir del anticastrismo dentro de Cuba, más o
menos entre el decenio de los 90 y la primavera del 2003, en que el Gobierno
cubano enjuició y condenó a 75 miembros de grupos opositores, para así dar un
muy severo golpe al actuar de esos grupos al interior del país. Casi mortal…
Mucho se
ha discutido sobre si esas personas fueron en verdad “presos de conciencia” y
no asalariados al servicio de la política de los Estados Unidos contra Cuba,
signada por la determinación de forzar un cambio de régimen a través de
políticas como el embargo-bloqueo, o leyes como la tristemente célebre
Helms-Burton, todas destinadas a provocar ese cambio mediante el recurso de más
o menos matar de hambre al pueblo cubano.
Dichas
políticas incluían e incluyen el financiamiento a personas y grupos que dentro
del país colaboran con esas políticas injerencistas, algo que en numerosas
naciones se pena severamente. Jennische, en un acto de honestidad, ofrece
información sobre el particular.
Estados
Unidos es un ejemplo, pero Suecia también. De acuerdo con el periodista Salim
Lamrani, el Código Penal sueco prevé una pena de dos años de cárcel para “el
que reciba dinero u otras donaciones de una potencia extranjera o de cualquiera
que actúe en el interés de ésta, con el fin de publicar o difundir escritos, o
influir de cualquier forma en la opinión pública en lo que se refiere a la
organización interna del Estado”.
También la
legislación sueca sanciona a “el que propague o transmita a potencias
extranjeras o a sus agentes informaciones inexactas o tendenciosas, con el
objetivo de crear amenazas para la seguridad del Estado”, y aplica una pena de
diez años a cadena perpetua al “que constituya una amenaza contra la seguridad
del Estado por haber utilizado medios ilegales con el apoyo de una potencia extranjera”.
No tengo
del todo claro por qué para Jennische soy algo parecido a una obsesión. Me
entrevistó en el 2011, y mucho se interesó por el tema del financiamiento a
esas personas y grupos. Por el 2013 declaró que “es imposible saber si Manuel
David Orrio estaba a favor o en contra de la libertad”, opinión que se explica
si se apunta que Jennische fue de los primeros en dudar que realmente yo fuera
un agente encubierto de la Seguridad cubana, y no un “disidente” real que se
acobardó “a la hora de la verdad”.
Aún hoy,
no parece bastarle la información pública que le brindé, de fuentes diversas,
incluido lo que de mí se publicó cuando Fidel Castro asistió a la Cumbre
Iberoamericana celebrada en Uruguay, en el 2006 : “Dos años atrás Manuel David
Orrio, un agente cubano infiltrado como ‘topo’ en la llamada Cooperativa de
Periodistas Independientes de Cuba, reveló todo un sistema de financiación para
inestabilizar el gobierno de Fidel Castro, quien desde la revolución de 1959 ha
sido blanco de más de 600 atentados.”
“A mirada
de pájaro”, no obstante, encuentro en el libro de Jennische varios méritos:
explora en profundidad el mundo interior de la llamada disidencia cubana, si
bien su mirada no llega a las “profundidades mercenarias”; denuncia algún que otro
“exceso revolucionario” de tono repulsivo - y es un dato, los excesos siempre
son repulsivos – y me explora a mí: sin proponérselo, describe brillantemente
el enorme esfuerzo físico y mental que significa servir a Cuba, en calidad de
agente encubierto. Un costo cuyas secuelas pueden serlo para toda la vida, y en
donde hasta puede vivirse lo que Martí denominó “la ingratitud probable de los
hombres” . En lo personal y en lo oficial.
Ciento
cinco menciones en un libro de unas 300 páginas no son de juego. Así pues,
gracias, Erik.
Manuel
David Orrio. Economista y periodista cubano. Vicepresidente de Hermes
Internacional y Presidente de su Comité de Ética y Participación
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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22-09-2015
Cuba y Estados Unidos, con fiesta y sin fiesta
Néstor Francia
Rebelión
Hay hechos
políticos que definen el carácter de una época. Para despecho de los
dogmáticos, esa izquierda simplona que tiene unos cuantos adeptos aislados en
Venezuela, el ejercicio de la política es sumamente complejo y no se puede
despachar citando a los clásicos y a los líderes, descontextualizándolos. Hay
uno de estos pajaritos que para atacar a la Revolución y a nuestro presidente
Nicolás Maduro, vive elevando loas a la Revolución Cubana y a Fidel,
poniéndolos como ejemplo de revolución verdadera, frente a la “traición
socialdemócrata” de Maduro y la dirigencia revolucionaria venezolana. Nunca se
cansa de aparecer criticonamente cada vez que Venezuela hace algún movimiento
inteligente de política internacional, como la reunión de Delcy Rodríguez y
Diosdado Cabello con Tom Shannon. Eso sería una especie de capitulación. Esa
ave de mal agüero, que se llama Toby Valderrama, no tiene problema en coincidir
con las manipulaciones de Rafael Poleo en ese tema ¿Qué pensará ahora, que Cuba
celebra con un fiestón en Washington la apertura de su flamante embajada en
Estados Unidos, con invitación a decenas de congresista gringos y a la misma
Roberta Jacobson en persona?
Si algo ha
demostrado Cuba a lo largo de las más recientes décadas, es la gran flexibilidad
táctica de su política exterior. Excluida completamente por el imperialismo, su
situación de aislamiento empeoró con la disolución de la Unión Soviética y la
restauración completa del capitalismo en el llamado “campo socialista”. Esto
obligó a ese pequeño país a librar una lucha titánica contra las constantes
agresiones y conspiraciones imperiales, en tanto que ensayaba distintas vías de
acercamiento con otros países, sobre todo de Europa y América Latina.
En este
desarrollo no fue poca la ayuda que prestó Hugo Chávez, con su lucha denodada
por la integración latinoamericana, que se concretó en importantes frutos como
la ALBA, la Unasur, la Celac, Petrocaribe y otras formas de alianzas
integradoras, como el canal Telesur. Chávez, en ese empeño bolivariano, no tuvo
empacho en darle apretones de manos al mismísimo Alvaro Uribe Vélez, con quien
hasta se dio un sonriente paseíllo por el Orinoco, otro ejemplo de realismo
político y admirable flexibilidad táctica. Son las cosas que suele olvidar Toby
Valderrama, en sus frenesís de socialismo utópico, de discurso basado en malas
lecturas de los clásicos e interpretación arbitraria de ese oscuro objeto del
deseo de figuración que es el “legado de Chávez”. El sería el hijo legítimo de
Chávez y todos los demás, incluido Maduro, por supuesto, unos bastardos.
Pero
regresemos a lo realmente importante. Cuba tiene muy buenas razones para
festejar. El restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos es
un resultado de su colosal victoria contra la agresión imperial y de la muy
sudada (y también sangrada y llorada) estabilización de su sistema político de
transición al socialismo, de acuerdo a las características particulares de su
país y su Revolución. Lo mismo puede decirse de su reincorporación plena a la
familia de los países latinoamericanos y caribeños. Es significativo que los
Estados Unidos no tengan la misma actitud festiva ante el restablecimiento de
relaciones.
Al
principio de este artículo dijimos que hay hechos políticos que definen el carácter
de una época. El acercamiento entre Estados Unidos y Cuba es uno de ellos. Se
trata de un reflejo de la situación de decadencia que viven el imperialismo y
el capitalismo. Ojo: ambas manifestaciones socioeconómicas y políticas siguen
siendo muy fuertes y amenazantes. Estados Unidos ha visto retroceder
fuertemente su influencia política, lo cual le ha obligado a recular en sus
políticas hacia Cuba e Irán, por ejemplo. Hace algunos años era impensable que
el gigante imperial diera un frenazo como el que pegó en el caso de la orden
ejecutiva de Obama contra Venezuela. Es verdad que tanto la orden como la
amenaza siguen allí, pero la excelente respuesta de Venezuela y toda la región
latino-caribeña, con el respaldo de la mayoría de los países y pueblos del mundo,
le infringió una derrota política de alto calibre al imperialismo. Se acabaron
los tiempos en que Estados Unidos decidía a su antojo la suerte de los países
según el reino de sus intereses.
En el
terreno económico, Estados Unidos sufre la fortísima y exitosa competencia de
otros polos de poder, como China y Rusia. Ello en medio de una profunda crisis
estructural del capitalismo que esparce su sombra alrededor de todo el mundo,
teniendo como consecuencia la evidente profundización de las grandes contradicciones
en el sistema del capital.
Pero todo
esto no significa que el imperialismo ya está derrotado. Aun falta mucha lucha
y tiempo para poder decir algo así. Aquí es bueno volver a la famosa frase de
Mao Tse Tung, pronunciada a mediados de la década de los 50 del siglo XX
(apenas ayer, en el tiempo histórico): “El imperialismo es un tigre de papel”.
Es de papel, puede ser destruido y es intrínsecamente débil, pero sigue siendo
un tigre, fuerte y agresivo.
El poder
militar, cultural y mediático de Estados Unidos y sus aliados europeos continúa
siendo inmenso. El mundo vive la amenaza de una potencia militar inédita en la
Historia, con armas de destrucción masiva capaces de barrer de la tierra a la
especie humana. En lo cultural, sus valores decadentes dominan o resisten por
doquier, por medio de una gigantesca maquinaria mediática-cultural de alcance
universal. En lo mediático, su red canallesca impone matrices y escenarios con
la velocidad del rayo y la intensidad del trueno.
Sí, el
imperialismo es un tigre de papel y nosotros somos sus audaces cazadores en la
época de su decadencia. Cuba es un precioso síntoma de ello.
Rebelión
ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de
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