Recientemente fotografié desde un alto edificio uno de las cotidianas bellas puestas del sol en las cercanías del malecón habanero, y me pregunté cuán más hermosa sería Cuba sin el injusto e ilegalbloqueo que Estados Unidos le impone a esta encantadora nación caribeña desde hace más de medio siglo.
La interrogante originada por la referida imagen gráfica me atrapó a pocas horas de que en la Asamblea General de las Naciones Unidas casi la totalidad de los países miembros de esa organización internacional reiteraron su enérgica condena al cerco económico, comercial y financiero que Washington mantiene a la mayor de las Antillas, pese al rechazo de la comunidad mundial.
Por vigésima segunda ocasión, en igual número de años consecutivos, la ONU aprobó este martes por 188 votos a favor, 2 en contra y 3 abstenciones otro proyecto de resolución que exige al régimen de turno norteamericano el cese definitivo de su política agresiva contra este agraciado archipiélago de la Patria Grande.
Solo Estados Unidos y su aliado estratégico Israel, como es costumbre, se opusieron al dictamen adoptado prácticamente por unanimidad en la sede de la Naciones Unidas en Nueva York.
El nuevo contundente revés de Washington ante La Habana puso otra vez de relieve que la historia nefasta de confrontación con Cuba de las sucesivas administraciones norteamericanas es una conducta obcecada, que ha pretendido rendir por hambre, enfermedades y necesidades a los cubanos, sin conseguir su propósito.
Analistas auguraron que al inicio de su segundo mandato, el hoy inquilino de la Casa Blanca, Barack Obama, al menos suavizaría el bloqueo que ha costado a Cuba más de un millón de millones de dólares, sin embargo lo que ha hecho el controvertido Premio Nobel de la Paz es arreciarlo.
Obama ha seguido el mal ejemplo de sus predecesores, haciendo caso omiso a todas las voces, que nuevamente se alzaron en las últimas horas en Nueva York para refutar la vieja y frustrada postura de las autoridades norteamericanas hacia la mayor de las Antillas.
Washington al principio y al final siempre ha temido que Cuba sea más bella y prospera, y por esa razón ha evadido asumir una política de buena vecindad entre ambos países, separados únicamente por 90 millas, por vía marítima, y solo 45 minutos por aérea.
La apuesta de Estados Unidos por su continuo asedio para dañar a todos los cubanos, impide al mismo tiempo que sus propios ciudadanos puedan visitar el malecón habanero, y los priva de deleitarse con los lindos atardeceres y de los innumerables atractivos que la naturaleza ha dotado a esta Isla.
La Casa Blanca persiste en su bloqueo a Cuba violando las normas y leyes internacionales, los derechos humanos, y las 22 resoluciones aprobadas por la Asamblea General de la ONU contrarias a esa conducta criminal y arbitraria.
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